Jueves, 25 de octubre de 2012
Si todos estamos esperando algo para poder ser felices, estamos constantemente dependiendo de una fuente externa para nuestra realización. Mientras episodios breves de alegría pueden venir a partir de cosas físicas, la plenitud duradera no viene de otro lugar sino del interior.
Hoy, quiero que recuerdes un momento en el que te sentiste verdaderamente pleno. ¿Qué estabas haciendo? ¿Dónde estabas? ¿Quién estaba allí? Toma este sentimiento contigo, permite que te llene y fluya a través de ti durante el día. Recuérdalo cuando lo necesites.
Yehuda Berg
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Cuando me pongo a hacer esta reflexión, sé que los mejores momentos que recuerdo tienen que ver con eventos en la naturaleza (Junto al mar, viendo una lluvia de estrellas, acampando, caminando por un bosque etc.), o definitivamente cuando estoy aprendiendo algo nuevo: Kabbalah, Gestalt, museos, leyendo algo interesante, o creando algo: pintando, escribiendo, haciendo alguna actividad manual.
Ciertamente, el elemento común es que yo estaba ahí completamente, no a medias. Estas suelen ser actividades que me abarcan por completo, toman todos mis sentidos y me hacen entrar en una dimensión de disfrute generalizado.
Puedo decir que en mi trabajo puedo tener esa misma clase de experiencias en el momento que estoy haciendo algo que me toma la atención para ser útil a algún propósito hacia más gente, al finalizar alguna meta importante, dar charlas a la gente, enseñar algún tema, momentos en los que puedes compartir con más lo que haces.
Me es más fácil fluir en este tipo de momentos, pero creo que el elemento común es ese, estar por completo sumergida en la experiencia, sin ninguna sensación de querer estar ni en otro lugar ni haciendo otra cosa.
¿Qué te toma por completo a ti?
En realidad, si hace diferencia con quien estás, eso es indudable, pero claramente la clave de todo, es que tu estés plenamente presente en la vivencia.
Esa es mi reflexión al leer esto. =)
Para relacionarlo con la porción de la semana, les contaré de Abraham, que se dice tenía una tienda en el desierto, abierta por las cuatro direcciones para que --viniera por donde viniera un caminante-- pudiera sentirse bienvenido y entrar. La manera de vivir de él y de Sarah, su esposa, era ser siempre cordiales y hospitalarios con todo el que quería llegar, le atendían y le enseñaban espiritualidad, esa era la manera de estar conectados con la Luz. En alguna ocasión cuando Abraham se practicó la circunsición, Di-os, procurando que no se esforzara tanto durante la convalecencia, hizo que el día fuera canicularmente caluroso, con ello, ahuyentaría a los viajantes que pudieran transitar por la tienda de Abraham, y con ello el podría restituirse.
Nada hizo más infeliz a Abraham, no poder compartir nada con nadie. Fue ahí donde llegaron los tres ángeles caminando en el desierto, que le anunciaron que por fin el y su esposa podrían ser padres.
Un milagro ocurre en ese tipo de circunstancias, cuando vas más allá de tu comodidad física, de tus límites de consciencia cotidiana de "ley de menor esfuerzo"...pero cuando estás completamente para la experiencia.
Haz tu propio recuento. =)
¿Cuándo eres más feliz? Ojalá descubrás una clave que te permita replicarlo una y otra y otra vez. =)
Feliz día
Prana Pascual
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