Viernes, 25 de marzo de 2016
Se ha dicho que a Dios no le interesan nuestras oraciones, después de todo, Dios nos ama incondicionalmente, ¿no?
Dios no “necesita” de nosotros; a Él no le hace falta que aparezcamos y hagamos todas nuestras conexiones espirituales o usemos todas nuestras herramientas espirituales.
La única razón por la que nos dedicamos al crecimiento espiritual es porque nosotros somos los que necesitamos al Creador, nosotros necesitamos un proceso que permita que nuestra negatividad se equilibre. Sin embargo, la única manera en la que la gente puede lograr equilibrio en cualquier ámbito es a través de algún tipo de esfuerzo.
Si quiero tener músculos más fuertes, necesito hacer ejercicio. Si quiero ser más inteligente, necesito leer, jugar ajedrez o hacer algo que concentre mis pensamientos. Bien, del mismo modo, si quiero ser más espiritual, debo usar herramientas y procesos espirituales para lograr que eso ocurra. Y ciertamente, sentarnos a orar es importante, pero más importante es la manera en la que trato a mis empleados, mi mamá, mi primo, mi cónyuge o a mi amigo después de orar. Si no logro tratar a los demás con dignidad humana, puedo orar todo el día pero eso no me volverá espiritual.
Karen Berg
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Y sin embargo, no creo que seamos tan indiferentes al proceso del Todo, quizás no importe al Universo si rezamos, pero si me parece que la acción en el mundo físico concreta tantas y tantas cosas, nuestras acciones completan y dan sentido.
Piensa en un mundo en que todo sea impersonal. Me gusta pensar en lo que nos explican los Maestros, que cuando surgió Adán, toda la creación se animó.
¿De qué sirve todo si no hay un testigo para presenciarlo? La mejor cascada, el más impresionante océano, el bosque más vital.
Me gusta pensar que el 99 necesita al 1 y así es.
No eres una mota de polvo sin sentido, ni eres un accidente.
Pero puedes ser del Bien. Intencionadamente.
Prana Raquel Pascual
Psicoterapeuta Gestalt | Coach
