El tema central de Yom Kipur está insinuado en el nombre de «HaSatán» cuyo valor numérico asciende a trescientos sesenta y cuatro. Esto nos enseña que trescientos sesenta y cuatro días al año Satán tiene permiso para obstaculizar la Luz Divina y evitar que se revele en el mundo; así como también acusar al pueblo de Israel, sin embargo ese día es viable todavía realizar trabajo de transformación y de Teshuvá y de modificar cómo recibiremos el siguiente año, en orden y con merecimiento o con desorden y deuda.
Estos días en los que vemos oportunidades para demostrar que ya somos otros, tenemos que aprovecharlos. Si hemos detectado que estamos teniendo algún desbalance, ajustar, si hemos detectado injusticia en nuestro proceder ya sea de nosotros hacia otros o de otros hacia nosotros, corregir.
Hay una práctica ortodoxa que se denomina Kapará. Las comunidades los entienden como un proceso de expiación pero también es una especie de intercambio. Muchas veces cuando se rompe algo, se extravía o se daña, las personas que conocen de esto dicen “kapará”, por ejemplo cuando tienen un choque automovilístico...asignamos que ese daño podría habernos pasado a nosotros y que en cambio fue “absorbido” o captado por el daño del auto, que será monetario, de tiempo etc., pero que no fue en nuestra persona.
De cierta manera, eso es la esencia de todo sacrificio animal que se hacía en el templo, se presentaban animales que tomaban la negatividad pero a su vez la idea es que sus chispas de alma se elevan por ese servicio.
En estos días que trabajamos la consciencia, podemos considerar hacer un intercambio ya sea con un donativo, algo que sea para quien de verdad lo necesite y que sea significativo, y/o un cambio sustancia en una restricción de algo de lo que viste en los días de Teshuvá.
Toma esto como una oportunidad importante para una purficación previo a uno de los días espiritualmente más elevados.
A trabajar Comunidad
Prana Raquel Pascual
Psicoterapeuta Gestalt & Coach