miércoles, 21 de septiembre de 2022

La puerta del cuerpo

 


"La herida es el lugar por donde te entra la Luz". Rumi

Quiero compartirles varias experiencias que he podido presenciar en este año que tienen que ver con esta frase.

Este año podría nombrarlo con el año de nuestros ancianos. Es en este año, que tres de nuestros cuatro padres llegaron a un límite donde dejaron de "estar muy bien" y en un momento dado, algún proceso degenerativo o de enfermedad se manifestó en sus cuerpos. El otro no está al 100% pero todavía no cruza el umbral de lo "grave". Y no solo eso, otros ancianos importantes de nuestra historia también llegaron a ese lugar.

Ha sido --como podrán imaginar--, un año muy cansado, muy demandante y en momentos muy triste, porque curiosamente, la desolación que sentimos por otros a los que amamos, es en cierto sentido más pura que la que sentimos por nosotros mismos. 

Quizás me atrevería a decir que en los malos momentos personales siento más una especie de conmiseración o lástima por mi misma (léase por mi ego) y mucha rabia de "por qué a mi" con la respuesta existencial de ("si eres humano ¿Por qué no?), pero lo que les sucede a los que amamos es más una angustia y una especie de tristeza profunda más genuina. 

Es ahí donde realmente elevas plegarias comprometidas al Cielo.

Este año mejor que en cualquier otro comencé a entender que entramos a este mundo por la puerta del cuerpo de nuestra madre, pero tendremos que salir por la puerta de nuestro cuerpo físico, es decir, algo de este cuerpo que nos contiene tendrá que romperse, deteriorarse o detenerse para que 1) el alma salga y se eleve o 2) entre la Luz y opere los milagros que en otros procesos no se habían logrado en el proceso de los involucrados.

Me atrevo a decir que de un proceso serio de enfermedad nadie sale indemne. Nadie sale sin algún aprendizaje o alguna revelación, salvo que tenga una capa demasiado gruesa de Klipot (cáscaras de ego).

Aprendes a luchar hasta cierto punto, pero también -si has estado haciendo un trabajo espiritual- también comienzas a pensar en soltar. Ya no rezas por "cúralo cúralo", sino que empiezas a decir: " Pido Misericordia de que sea lo mejor para su proceso...aunque yo aún no lo entienda, aunque ya no sea lo que mi apego físico quisiera". 

Estos procesos te enseñan que no tiene sentido pedir una reversa ante lo que pasa, sino que no nos deje sin aprender lo necesario, tener vasija para el mensaje y la transmutación que nos puede ofrecer (al afectado y a los que estamos de sus apoyos o defensores físicos en este plano) y por supuesto, que sea con el menor nivel de sufrimiento posible. 

Pides no perder la inmensa oportunidad de asomarte al misterio que hay entre el mundo de lo "evidente" o de lo concreto, y asomarte al "otro mundo", ese que parece ser lo incorpóreo pero no por ello menos real, especialmente en la experiencia de quien está un poco en medio, que en muchas ocasiones logran ver a gente importante de su pasado (ya finadas) que vienen por ellos, o incluso seres de Luz que los confortan o los invitan a dar el siguiente paso.

Sabes como cuidador primario (si eres consciente), que con los mecanismos humanos te permitirás llegar hasta donde no infrinjas más dolor del necesario, pero que habrá que estar atento al milagro de la luz penetrando en la herida, tanto física como mental, así como de transformación de la consciencia que se da a partir de este evento disruptivo, y a no rescatar cuando lo obvio es permitir (emocionalmente) el tránsito de este umbral que no nos pertenece, pero que si liberamos y apoyamos para que el involucrado directamente pueda cruzar y desprenderse o quedarse en un nuevo estado que seguramente su alma necesita para en un futuro quizás no muy lejano, pueda hacerlo.

Mi vivencia con estos momentos es que algo inacabado de su aprendizaje o de la necesidad de recibir ayuda incondicionalmente, o de hacer una recapitulación de su rol en este mundo, sucede ahí. 

Es como si lo que falta se buscara completar a como dé lugar, en la disfunción del órgano que se afecta, en las manifestaciones de su necesidad corpórea, en lo que ya no pueden hacer por si mismos y necesitan recibir de otros sin poder negarse a pesar de su decadente vanidad, a que su psique logre la corrección de esta vida que les hacía falta. 

Es como si El Creador no quisiera que salgamos sin cerrar la misión e indudablemente es una oportunidad para los que podemos compartir con ellos nos rompamos en cierta medida y no quedemos atrapados en nuestro egoísmo.

Un año para recordar, aunque esto no se acaba hasta que se acaba, y las lecciones aún no terminen. Trabajemos para Rosh Hashaná. Confiamos en que el camino nos brindará no solo el piso que nos apoye bajo nuestros pies, sino las herramientas para labrar nuestra versión más refinada posible en esta encarnación.

Feliz martes Comunidad

Prana Raquel Pascual - Psicoterapeuta Gestalt - Coach

Imagen Pinterest, frase Rumi