Al
final de la porción de Masei (la semana pasada), Moshé deja este mundo y hay una gran explicación
sobre cómo la tierra física de Israel será dividida. Pero la tribu de Reuvén,
la de Gad y la mitad de la tribu de Menashé decidieron que no querían vivir en
la tierra de Israel, querían vivir al otro lado del Río Jordán.
Se acercaron a Moshé y le dijeron que sabían que debían entrar a la tierra de Israel después de estar 40 años viajando en el desierto, pero que en ese momento, ya tan cerca del final, ellos no querían entrar. Moshé les dijo que estaba bien, pero para tener ese gran regalo, tenían que enviar a sus soldados con los demás israelitas, y entonces tendrían el derecho de tomar la tierra del otro lado del Jordán para ellos.
La verdadera razón por la que la tribu de Reuvén, la de Gad y la mitad de la tribu de Menashé no entraron fue porque no lo merecían.
El Jidá dice que veamos la grandeza de lo que el Creador hizo allí. El Creador no los quería avergonzar.
Imagínense si al haber llegado todos a los límites de la tierra de Israel, Moshé les hubiese dicho: “No. Esperen. Sólo nueve tribus y media pueden entrar porque lo merecen, hicieron el trabajo; la tribu de Reuvén, la de Gad y la mitad de la tribu de Menashé tienen que mantenerse en este lado porque aún no han merecido entrar. Quizá en unos años, si continúan haciendo el trabajo, podrán entrar”. ¡Se habrían sentido muy avergonzados!
Por eso, en lugar de avergonzarlos, el Creador puso en su corazón que no sólo quisieran quedarse, sino que rogaran por ello; así pues, rogaron y trabajaron por recibir algo que en realidad era un castigo para ellos.
Relacionemos esto con nuestra vida. ¿Cuántas veces rogamos por algo? Decimos: “Quiero que esto ocurra. Realmente quiero que ocurra”. En realidad, eso puede ser muy peligroso porque ¿Quién sabe si la única razón por la que determinado deseo viene a nosotros es porque evita que obtengamos algo mejor?
Piénsalo, los miles
de personas que estaban en la tribu de Reuvén, la de Gad y la mitad de la tribu
de Menashé estaban muy emocionadas. Estaban muy agradecidas porque sus
oraciones habían sido respondidas y pudieron quedarse al otro lado del Río
Jordán.
Pensaron que habían
obtenido exactamente lo que querían, en lugar de darse cuenta de que sus almas
realmente necesitaban hacer el trabajo y merecer entrar en la tierra de Israel.
Mi reflexión es que es difícil nombrar lo que es mejor para nosotros. Ser abiertos y flexibles también a lo que no es nuestra idea, sino permitir participar a Di.os en nuestra historia.
Muchas veces lo que no escogimos, puede ser de nuestro mayor beneficio.
Interesante para reflexionarlo.
Prana Raquel Pascual - Coach - Psicoterapeuta
Texto en itálica e Imagen
https://kabbalah.com/es/articles/having-humility-our-spiritual-desires/