En la Kabbalah, ser un canal significa convertirse en un conducto a través del cual la Luz divina (la energía espiritual, la fuente de toda bendición y conciencia) puede fluir hacia el mundo. Un canal no solo recibe la Luz para sí mismo, sino que la transmite, la comparte y la distribuye a otros, ayudando a elevar la conciencia colectiva y a transformar la realidad.
Miriam y Aarón fueron considerados canales espirituales fundamentales para los israelitas en el desierto, cada uno con un rol y una energía específica:
Miriam es asociada en la Kabbalah con la luna, el aspecto femenino de la divinidad (Maljut), y es reconocida como profetisa y líder espiritual de las mujeres. Su presencia estaba ligada al milagro del pozo de agua que acompañaba a los israelitas en el desierto. Cuando Miriam murió, el pozo desapareció, lo que indica que a través de ella fluía una fuente de sustento espiritual y físico para el pueblo. Miriam canalizaba la fe, la esperanza y la resiliencia, especialmente en momentos de crisis, como al cruzar el Mar Rojo, donde lideró a las mujeres en un canto y danza de gratitud y alegría, transmitiendo una energía de confianza y celebración que iba más allá de la simple supervivencia.
Aarón, por su parte, es visto como el brazo derecho, la energía de Jesed (bondad y misericordia), y era el sumo sacerdote, canalizando la energía de la compasión, la paz y la mediación espiritual para el pueblo.
Aarón facilitaba la conexión ritual y la expiación, actuando como intermediario entre el pueblo y la divinidad.