jueves, 18 de agosto de 2022

Nadie viaja solo en esta vida

 


Antes de que los israelitas pudiesen habitar la Tierra Prometida, debían estar listos en términos espirituales. Por ende, Moisés los exhortó para que dejaran ir sus egos y para que se conectaran los unos con los otros y como resultado, se conectaran con la Luz. Él les dijo a los israelitas: “No digan en sus corazones ‘el señor me ha traído a esta tierra debido a mi rectitud’” Una advertencia en contra del ego.

Moisés enfatizó la importancia de soltar la negatividad mientras completaban su viaje: “Circunciden su corazón” les dice y no sean de “cuello rígido”.

¿Qué entiendes tú por cuello rígido?

Una comprensión es la altivez, la soberbia y la sensación de estar "pagado de uno mismo" como se dice coloquialmente. ¿De verdad es tu logro? ¿Tuyo, tuyo tuyo?

Los humanos podemos ser susceptibles a sesgos de consciencia y a tomar siempre la perspectiva en la que quedamos mejor parados.

¿Quién te ayudó para llegar hasta aquí? ¿Qué recursos y obsequios recibiste con o sin merecimiento? ¿Fue algo que tu iniciaste o simplemente te sumaste a una iniciativa ajena que evaluaste como favorable para ti?

Desde el tiempo de los prehistóricos, si no había trabajo entre varios en unidad, las probabilidades de sobrevivir y prosperar eran prácticamente nulas, ya no digamos para el individuo, la especie entera hubiese desaparecido.

Eso me recuerda a una anécdota que se cuenta de la antropóloga Margaret Mead:

“¿Cuál es para usted el primer signo de civilización de una cultura?” Dicen que esa pregunta le formuló un estudiante a Margaret Mead, la antropóloga más famosa del siglo XX. Y dicen que, para sorpresa del alumno, su respuesta no fue ni una olla de barro, ni una piedra de moler ni un anzuelo. El primer signo de civilización en una cultura antigua, dicen que respondió Mead, era un fémur que se había roto y se había curado.

¿Y por qué rescataba ella ese hecho? Porque en el reino animal, el que se rompe una pierna, muere. No puede escapar del peligro, ni ir en busca de alimento o del río más cercano para tomar agua. Queda así a merced de los cazadores y depredadores que merodeen el lugar. No hay criatura que logre sobrevivir el tiempo suficiente, en esas condiciones, hasta que el hueso sane.

Así, un fémur roto que se ha curado es la demostración cabal de que alguien se tomó el tiempo necesario para acompañar a quien cayó, para vendarle la herida, para ponerlo a resguardo, para acercarle comida y agua, para cuidarlo y ayudarlo a volver a ponerse en pie. Ayudar a alguien más en las dificultades es el punto donde comienza la civilización."


¿Quién ha cuidado y curado tus heridas, reales y metafóricas? ¿Quién te acercó agua para que bebieras?


Tengamos cuidado, muchas veces vamos por la vida con el título de self made man (frase del estadounidense Henry Clay para describir a las personas que se hacen a sí mismas... si es que eso es posible).


Nadie viaja solo. Nunca nadie dejó de necesitar al entorno, al mundo y a sus congéneres. Puedes sentirte satisfecho, pero sin gratitud, apreciación y reconocimiento, quizás llegues a un punto donde vivas tan estrecho de consciencia, que ni tú mismo quepas en tu propia vida.


Prana Raquel Pascual - Psicoterapeuta - Coach


Texto en itálicas https://www.clarin.com/opinion/sirve-femur-roto_0_n66eXgm-C.html

Imagen: Margaret Mead - Google