Al inicio de la porción Jayéi Sará,
la madre de Yitsjak, Sará, deja este mundo físico. Luego tenemos la historia
del encuentro entre Yitsjak y su alma gemela, Rivká, que termina con un
versículo muy interesante. El versículo dice que Yitsjak finalmente encontró
consuelo por la muerte de su madre.
Una de las cosas que lo hace tan
interesante es que no encontramos a menudo discusiones sobre las emociones de
las personas justas, los patriarcas y las matriarcas; sin embargo, aquí la Torá
nos permite ver la gran cantidad de dolor por el que pasaba Yitsjak después de
la partida de su madre. Nos cuentan que ocurrió algo que logró consolarlo, y el
Zóhar nos revela qué fue.
El Zóhar dilucida el estado elevado
que alcanzó Yitsjak y que este le trajo consuelo, y esperamos que se abra la
puerta a este estado para nosotros también.
Dice que cuando Yitsjak y Rivká se
unieron, mientras vivían en su tienda, varios milagros que solían ocurrir
cuando Sará estaba viva en su tienda comenzaron a ocurrirle a Rivká; pero eso
no fue lo que dio consuelo a Yitsjak. Dice —y esta es realmente una de las
pocas ocasiones en las que encontramos esto— que Yitsjak, al haberse unido con
Rivká, se elevó a un estado en el que pudo comenzar a ver nuevamente a Sará.
Por lo tanto, cuando el Zóhar nos dice que Yitsjak alcanzó un nivel superior,
no significa que el dolor en sí mismo desapareció, sino que comenzó a ver,
hablar y estar con su madre. Esto explica un poco por qué la porción es llamada Jayéi
Sará: “La vida de Sará”, aunque comience con su fallecimiento.
Lo que queremos despertar en
nosotros a partir de esto es que la barrera que separa este mundo físico del
mundo de las almas no es una barrera real.
Tal y como mi padre, Rav Berg, solía
decir: “El mundo es una ilusión”. Y si bien podemos oír esto todo el tiempo, la
realidad es que esa ilusión es fuerte, y todos nosotros, en cierta medida,
hemos caído en ella. Esta es la primera y una de las pocas veces en las que
encontramos tal revelación, donde las puertas se abren y cae el muro que separa
el mundo físico (donde vivían Yitsjak y Rivká) del mundo de las almas (donde
reside Sará), lo cual permite que Yitsjak converse y esté con su madre como
antes. Este es un regalo que también está disponible para nosotros en este
Shabat.
Nunca
podremos derribar esta muralla si seguimos estancados en la ilusión de la separación
de los dos mundos y atados a ella. Pero en el Shabat de Jayéi Sará podemos
pedir despertar el deseo de superar la ilusión de la muralla que existe entre
el mundo físico en el que vivimos y el mundo de las almas, el mundo verdadero.
Con cada esfuerzo que hagamos en despertar esta conciencia, esa muralla de
separación cae un poco más para todos nosotros a nivel individual y para el
mundo.
Michael Berg
https://www.kabbalah.com/es/articles/breaking-down-the-wall-between-the-physical-world-and-the-world-/
Publicado por El Centro de Kabbalah y republicado y editado por Prana Raquel Pascual - Psicoterapeuta Gestalt - Coach