martes, 5 de marzo de 2019

El acertijo de la esfinge


Estamos en la porción de Pekudei, la última de este libro de la Torah llamado Éxodo o Shemot, Nombres.

Sabemos que esta porción es muy similar casi igual a una que ya habíamos leído hace pocas semanas, sin embargo esas pequeñas diferencias pueden hacer que lo subsecuente sea realmente distinto.

Piénsalo en tu propia vida: ¿Si pudieras volverlo a hacer? ¿Si pudieras volverlo a vivir? ¿Cómo lo harás?

Piénsalo, quizás podamos estar hablando de algunos aspectos de relaciones de tu pasado, quizás de patrones en tus empleos o la manera en que fuiste mamá o papá de tus hijos...

Si tuvieras la oportunidad...¿Harás exactamente lo mismo?

Muchas veces yo decía que no, que yo viviría igual, pero la verdad pensándolo bien, no me parece que haya vivido tan hábilmente todas mis oportunidades, hubo muchas veces que volví a caer en el patrón reactivo y no logré cambiar suficiente la historia. No es exactamente arrepentimiento, es un reconocimiento de que pude haber sido mejor jugadora del juego de mi vida y quizás moverme con mayor agilidad, ahora creo que si era posible. 

Por supuesto decimos que hacemos lo que podemos con lo que tenemos, pero por eso vale la pena saber que más vale estar bien despierto, lo más posible a comprender como se están uniendo los puntos entre si y que figura forman, para entender y resolver de mejor manera las pruebas y los acertijos que se pone frente a nosotros como la esfinge para cruzar el umbral.

¿Si volvieras a vivirlo...lo harías igual? Quizás yo no, y por ello ahora vivo con mucho más atención cada vez que siento el impulso intenso de una emoción que me quiere remolcar sin control...paro y analizo...¿Cuando me había pasado ya esto y cómo lo resolví? ¿Que puedo tomar como recurso de aquella solución y que necesito cambiar?

Esa es la manera de volver al pasado y volver al futuro de distinta forma.

¿Te animas a probar?

Si hoy tuvieras la oportunidad de volver a decidir, de volver a actuar..¿Qué harías?

Feliz martes Comunidad

Prana Raquel Pascual
La esfinge de Gustave Moureau

domingo, 3 de marzo de 2019

La caída del ego


Hay una lección enorme que podemos aprender del Monte Sinaí, dijo Rabi Yoshi:

"Hubo una discusión entre muchas montañas y donde todas pedían que sobre de ellas se diera la revelación de los Enunciados. Había dos que eran especialmente grandes,  el Monte Tabor y el otro se llama Carmel, se despegaron de la tierra y fueron a discutir donde se llevaría a cabo la revelación de la Torah.

Querer que las cosas pasen para nosotros tener el reconocimiento o para nuestra conveniencia "solo porque si", es lo que llamamos tener "agenda personal".

Actuar sin agenda, significa querer que suceda lo que tenga que ser, de la mejor manejar posible; si no soy yo el elegido, no importa si es realmente para el bien común.

Esta semana quiero invitarlos a reflexionar en nuestra necesidad de tener protagonismo.

Al final el elegido fue el Sinaí que estaba ahí mismo y que no decía nada.

Salió una voz del cielo que dijo: claramente todos los que vinieron eran más altos y más lindos, y de hecho hicieron el esfuerzo de venir para ser parte. ¿Por qué el Creador no los eligió? Porque vinieron con orgullo y con ego.

Las montañas altas venían pensado en que eran mejores.

La caída del hombre es el orgullo y el ego.

Una persona que tiene orgullo y ego, no importa lo alta o elevada o exitosa que es, cuando se tiene ego, cae más bajo que la persona más baja.

Sinaí tiene el mismo valor numérico que HUMILDE.

Esta semana les invito a darnos a la tarea de observar lugares en los que tenemos orgullo y ansias locas de ser reconocidos.

Tengamos mucho cuidado porque no hay peor caída que la de un ego des-barrancado por sentirse superior.

Te lo digo a ti, para que yo también lo escuche, nadie piense que yo estoy exenta, al contrario.

Prana Raquel Pascual
Basada en clase de Vayakhel Pekudei 2012 El Centro de Kabbalah 2012

Imagen encontrada en https://www.designspiration.net/save/1093214474432/