Hace
varios años, conversé con alguien que tuvo la oportunidad de estar en el desierto
por muchos días. Tuvo que viajar a lo largo de una distancia grande en esas dunas de pura arena, en esos territorios sin rocas ni cactáceas, solo viendo esos montes blancos y sinuosos extendiéndose infinitamente en el horizonte.
Si
alguna vez has tenido la oportunidad de ir al desierto te das cuenta de que ese
aparente vacío puede ser intensamente hermoso o completamente abrumador.
Por
unos días es como hacer un descanso visual de la súper estimulación a la que
estamos habituados.
Poder
ver a la lejanía, mirar los cielos nocturnos cuajados de estrellas es maravilloso.
Yo solo
estuve dos días y una noche en el desierto del Sahara y por supuesto por la
experiencia por ser tan novedosa resultó conmovedora.
Distinto
a lo que esta persona me relató, al principio la sensación fue igualmente
impactante en belleza, pero al pasar de los días, su mente habituada a que la
información venga de afuera hacia el cerebro y no en la misma proporción al revés
(y mira que es alguien creativo) empezó a resultar en un aumento de la
ansiedad, una especie de síndrome de abstinencia del ruido y estimulo visual.
La
experiencia, sin dejar de ser bella, llegó a ser angustiosa, porque se dio
cuenta que el único lugar para voltear a ver era adentro, a su interior, y eso se volvió una
intensa introspección no esperada que la tomo por sorpresa.
La
mayor parte de las narraciones de la Torah suceden caminando en el desierto.
Muchas de las narraciones de kabbalistas, pasan en sus retiros voluntarios al
desierto viajando de una población a otra. Se unen dos componentes, las
cuarentenas en el desierto y los viajes en ese territorio, que indican que
se movían de lugar, se transformaban, se cambiaban de un estado de
consciencia a otro.
Normalmente en las historias de kabbalistas siempre aparecen caminando, trasladándose de una ciudad a otra, porque jamás se quedaban estáticos en su desarrollo.
Nosotros
estamos en la porción de Tzav, “literariamente” --de acuerdo a la porción de la Torah-- en el desierto
con nuestro tabernáculo, haciendo sacrificios para conectar con el Creador, pero la siguiente semana es Pesaj, es decir, haremos
un viaje en el tiempo hacia el momento de volver a escapar de Egipto para adentrarnos
nuevamente en el desierto.
Este es uno de esos momentos circulares de la Torah
que nos dan “la segunda oportunidad”, y sin embargo en ambos casos el desierto
es la constante y el viaje interior también.
Aprendamos hoy de la corrección de los que vienen a ser como el mejor Escorpio:
- Auto disciplina
- Elegir cambio constructivo
- Dejar ir cualquier estancamiento o baja energía
- Dejar ir posesiones inútiles
- Aceptar apoyo de los demás
- Consciencia de los demás
¿Cómo
sacaras el oro de este viaje por tu desierto?
Prana Raquel Pascual
Coach de Vida y Carrera | Psicoterapeuta
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https://sostenibilidad.semana.com/medio-ambiente/articulo/polvo-del-desierto-del-sahara-no-representa-riesgo-para-la-salud-humana/42581
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