Pequeños actos de amabilidad pueden ser catalizadores, la chispa que crea resultados extraordinarios.
Karen Berg
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Hoy me encontré con una hostoria preciosa que estoy segura ya había compartido, pero que en las páginas del tiempo habíamos seguramente dejado atrás. Hoy a pocos días de la hillulá de el maravilloso Maestro Baal Shem Tov se las vuelvo a compartir, la encontré en la página del Crlos menciondo al calce :-) Gracias
ESTARÉ ESTE FIN DE SEMANA FUERA DE LA CIUDAD SIN ACCESO A MI COMPUTADORA. nADIE SE PREOCUPE, REGRESO EL LUNES SI D.OS NO DISPONE OTRA COSA =) Prana Raquel Pascual
Baal Shem Tov
Esta historia nos cuenta de un famoso rabino jasídico: Baal Shem Tov
Baal Shem Tov era conocido dentro de su comunidad porque todos decían que él
era un hombre tan piadoso, tan bondadoso, tan casto y tan puro que Dios
escuchaba sus palabras cuando él hablaba.
Se había hecho una
tradición en este pueblo:
Todos los que tenían
un deseo insatisfecho o necesitaba algo que no habían podido conseguir iban a
ver al rabino.
Baal Shem Tov se
reunía con ellos una vez por año, en un día especial que él elegía. Y los
llevaba a todos juntos a un lugar único, que él conocía, en medio del bosque.
Y una vez allí, cuenta la leyenda, que Baal Shem Tov armaba con ramas y hojas
un fuego de una manera muy particular y muy hermosa, y entonaba después una
oración en voz muy baja... como si fuera para él mismo.
Y dicen...
que Dios le gustaban
tanto esas palabras que Baal Shem Tov decía, se fascinaba tanto con el fuego
armado de esa manera, quería tanto a esa reunión de gente en ese lugar del
bosque...
que no podía resistir el pedido de Baal Shem Tov y concedía los deseos de todas las personas que ahí estaban.
Cuando el rabino
murió, la gente se dio cuenta de que nadie sabía las palabras que Baal Shem
Tov decía cuando iban todos juntos a pedir algo...
Pero conocían el lugar
en el bosque. Sabían cómo armar el fuego.
Una vez al año,
siguiendo la tradición de Baal Shem Tov había instituido, todos los que
tenían necesidades y deseos insatisfechos se reunían en ese mismo lugar en el
bosque, prendían el fuego de la manera en que habían aprendido del viejo
rabino, y como no conocían las palabras cantaban cualquier canción o
recitaban un salmo, o sólo se miraban y hablaban de cualquier cosa en ese
mismo lugar alrededor del fuego.
Y dicen...
que Dios gustaba tanto
del fuego encendido, gustaba tanto de ese lugar en el bosque y de esa gente
reunida...
que aunque nadie decía las palabras adecuadas, igual concedía los deseos a todos los que ahí estaban.
El tiempo ha pasado y
de generación en generación la sabiduría se ha ido perdiendo...
Y aquí estamos
nosotros.
Nosotros no sabemos cuál es el lugar en el bosque. No sabemos cuáles son las palabras. Ni siquiera sabemos cómo encender el fuego a la manera que Baal Shem Tov lo hacía...
Sin embargo hay algo
que sí sabemos:
Sabemos esta historia,
Sabemos este cuento... Y dicen...
que Dios adora tanto
este cuento...
que le gusta tanto esta historia... que basta que alguien la cuente... y que alguien la escuche... para que Él, complacido, satisfaga cualquier necesidad y conceda cualquier deseo a todos los que están compartiendo este momento...
Amén... (Así sea...)
Un Fuerte Abrazo!!! Carlos "el judio"Deutsch
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