MIÉRCOLES 10 DE FEBRERO DE 2010
Nuestro trabajo espiritual es el verdadero trabajo. Debe ser considerado tan importante como nuestras responsabilidades día a día, tan importante como el trabajo que paga las cuentas, porque es lo que hace la diferencia en cada área de nuestras vidas.
Trabajar en nosotros es precisamente lo que trae la prosperidad, la salud, el amor y el éxito, en abundancia.
Hoy, trabaja en ti, y el resto de tu vida recogerá las recompensas.
Yehuda Berg
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Uno de los alimentos más deliciosos prácticamente para todo el mundo es el pan.
No conozco aún a nadie que afuera de una panadería que hornea a primeras horas de la mañana sus hogazas diga "pero que terrible aroma" ¡Muy por el contrario! Todos nos sentimos atraídos por el exquisito llamado olfativo de las piezas que están por abandonar el horno.
La jalá o pan que se usa para Shabbat no es un pan cualquiera, habitualmente se cocina los jueves por la tarde-noche y se hace con la meditación en especial que procura inyectar la consciencia de la conexión que se busca para quienes van a comerle en el "hamotzi", bendición del pan.
¿Porqué pan? ¿Porqué no se hace la bendición con el pollo o con la ensalada? Es decir, también se bendicen pero en general cuando después de la lectura de la Torah "bajas" al mundo físico la energía con el kidush (bendición del vino) y con la del pan lo haces siempre con esos dos elementos?
Yo tengo que estudiar más formalmente de ese punto pero alguna vez Ariel reveló un gran misterio de algo simple pero muy profundo en un simple comentario: Para comer una lechuga, si hay un proceso de siembra cuidados y cosecha. Transportación, compra, lavado, preparado y mesa.
El pan no. El pan es una gran cadena de acciones de consciencia para lograrlo tener en tu mesa. Para que haya pan no sólo alguien tuvo que sembrar la semilla, cultivarla, sacar la semillas, descascarar, pulverizar para hacer la harina, me imagino que varios procesos de cernido para que quede ese polvillo fino y perfectamente blanco que después debe por si mismo distribuirse, adquirirse y mezclarse con los otros elementos, huevo, aceite, azúcar, sal, levadura, agua, sésamo, amasarse meditando, trenzarse, hornearse, hacer el lavado de manos con la bendición de Netilat Iadaim y también después de la imposición de las manos ante los doce panes y la consciencia del que hace la bendición, el quitar la porción que no se consume y la repartición del pan, así como siempre ponerle un poquito de sal antes de ofrecerlo y finalmente compartir el momento de bendecir en conjunto rompiendo el silencio que se hace desde el lavado de manos hasta el momento de la brajá (bendición). Amén, para unir el Cielo y la Tierra.
Todo eso por una pequeña porción de pan compartido.......lleno de consciencia.
Por eso es el pan lo que se bendice, por eso es el alimento que despide de los olores más generalmente amados del mundo.
No es cuando es un grano, ni cuando es harina por separado sino la suma del camino de la semilla hasta estar entre los "com-pane", origen de la palabra "compañero", "con quien se comparte el pan".
Cuando tu piensas en todos los pasos que se han llevado a cabo para poner en tu boca ese delicioso pedacito de fruto de la consciencia es cuando piensas en la importancia del proceso, la recompensa de todo el trabajo conjunto para llegar a ese mmmmh generalizado cuando comemos la jalá.
Es el trabajo del espíritu el que da ese sabor tan particular, la recompensa de la consciencia que se imprime a todo el proceso el que lo hace bendito.
Eso hace el trabajo espiritual de cada uno en sí mismo. Cultiva la semilla de quien eres y de en quien te puedes transformar. De ahí, lo demás es efecto.
Prana Pascual