Hoy, piensa en una manera en que puedas expresar amor incondicional a un miembro de la familia, a un amigo o a un completo extraño.
Yehuda Berg
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Hay algo que mis Maestros han mencionado en muchas ocasiones y es que una de las acciones más bendecidas, es la hospitalidad.
Hay algo que mis Maestros han mencionado en muchas ocasiones y es que una de las acciones más bendecidas, es la hospitalidad.
Hay muchas historias que nos cuentan acerca de personas que han tenido actos de hospitalidad y que a partir de ahi alguna barrera de sus vidas es retirada. Este era el caso de Abraham, quien aún en las peores circunstancias siempre tenía su casa abierta hacia las cuatro direcciones para no perder de vista a quien llegaba, otra historia famosa al respecto es la de los padres de Baal Shem Tov un sabio kabbalista impresionante (El Maestro del Buen Nombre) cuyos papás eran incapaces de concebir un hijo y que la prueba de la Luz para ver su merecimiento fue justamente a través de acciones de hospitalidad en la que ellos no esparaban recibir nada a cambio.
Una historia así nos pasó en este pasado viaje a Israel.
Era sábado, imaginate, Shabbat en Tzfat, en la tierra por excelencia de los kabbalistas. Caminando por ese hermoso pueblo empedrado y con casitas de techos de dos aguas y el hermoso paisaje de bosque y montañas que lo rodea, pero en el día en que todo es paz y silencio puesto que se está guardando la siesta de Shabbat. Sin autos, ya que no circulan ese día, ni gente ni negocios abiertos, Todo un espejo de calma.
Varias mexicanas sin sueño buscando ir a algún lugar maravilloso y sagrado como la mikvé de Habacuc que creo no nos imaginabamos siquiera lo lejos que estaba. Llegamos sin saber al hotel donde Yehuda Berg se estaba hospedando y lo encontramos ahi en una tranquila reunión con los chevres del Centro, conversando y riendo. Ariel estaba ahi y se sorprendió mucho de vernos llegar. Nosotroas con cara de ingenuidad le explicamos que estabamos buscando como ir a esa poza de agua, sin embargo Yehuda fue quien nos orientó y nos dijo de otra mikvé, pero a la cual deberíamos ir de noche.
Felices de contar con un nuevo norte, pero claramente ya sin misión para esa tarde, nos negabamos un poco a simplemente pasar dormidas ese maravillos y templado día en un lugar así.
Caminando caminando, de pronto vimos un lugar abierto, quizás el único en toda la pequeña ciudad. Era una construcción preciosa hecha de piedra clara y con una entrada que invitaba a las mentes curiosas a explorar puesto que se exponian al frente algunas obras hermosas de pintura.
Luisa mi amiga y yo --que no niego ser una curiosa profesional--, llamamos la atención a las otras que nos acompañaban. No todas nos escucharon, solo un par más, a entrar a ese portal mágico que nos habiamos encontrado.
Nos fuimos internando en ese espacio precioso hecho centurias atrás, viendo las maravillosas piezas de arte que exhibían, y de ahi una puerta que daba hacia la luz de un jardín al cual se accesaba al bajar unas escaleras.
Cual sería nuestra sorpresa, que nos encontramos el lugar más primoroso que podríamos haber imaginado, un espacio mágico rodeado de granados , de flores y de árboles con distintas tonalidades de verde haciendo una sombra fresca que invitaban a sentarse para disfrutar esa templada tarde de verano en Israel.
Sin saber, encontramos a un hombre maravilloso, el dueño de la galería, un hombre con apenas un inglés básico que nos mostró el lugar y nos invitó a sentarnos un rato a conversar. Ahí mismo, se encontraba una mujer judía de Nueva York con quien también empezamos una charla en la que ella nos explicó que había llegado a Tzfat muy enferma a partir de un accidente que le había pasado en su trabajo y que de estar muy mal, este galerista la había curado simplemente con té, conversación y hospitalidad "Este hombre es muy especial, tiene la capacidad de sanar".
Yakob era un ser de ojos llenos de vida, pero al mismo tiempo pacíficos, serenos y comprensivos. No se trataba de un hombre religioso, de hecho no tenía la apariencia de ser un galerista como lo pensariamos sino que por la complexión, parecía un sencillo trabajador.
Yakov, nos ofreció a todas un té, mismo que hizo con una de las hojas de su jardín, la planta "de Luisa", lo cual emocionó mucho a mi amiga de encontrar que tan deliciosa hoja lleva su mismo nombre, y después nos contó historías del Arí, el gran Maestro kabbalista, Rabí Isaac Luria, tan conocido en esa ciudad, claro está.
La más deliciosa tarde de paz nos la dió este hombre con su hospitalidad desinteresada. No me extraña que si, que Di-os le haya dado el don de simplemente curar con un té, porque simplemente, impartía serenidad y Luz, incondicionalmente.
Nos fuimos de ahi felices, con la certeza de haber vivido un momento en la eternidad de la belleza, gracias al corazón amable, generoso y desinteresado, de esta persona singular.
¿Qué puedes dar tu con tu corazón desinteresado el día de hoy?
=)
feliz día,
Prana Pascual
Imagen: http://www.david-artgallery.com/ Obra de Kun Heddy, arte de Israel