Abrirnos a la misericordia
Miércoles, 30 de septiembre de 2015
En este momento estamos en la ventana cósmica conocida como Sucot, y en este momento específico del año es más importante que en cualquier otro momento que intentemos salirnos un poco de nosotros. Ahora es el momento de ofrecerles un poco de gracia a los demás, el momento de aprender a respirar en lugar de gritar, el momento de darle a la gente el beneficio de la duda y, en lugar de juzgar, quizá es mejor decir: “¿Sabes? Tal vez las cosas no sean así…”.
A través de la sucá somos bañados en esta bondad y misericordia, y hay una Energía presente ahora con nosotros que puede llevarnos a un estado en el que podemos ser una fuerza de misericordia y bondad para los demás. Quiero contarte una pequeña historia para explicar lo que quiero decir.
Una vez existió un gran sabio que pasó la mayor parte de su tiempo aprendiendo, estudiando y meditando. Él era un hombre espiritual poderoso y un día la gente del pueblo comenzó a saber quién era él y le empezó a hacer preguntas, obtener bendiciones y estar más cerca de él.
Primero se le acercaron tres personas, luego diez, después treinta, cincuenta y hasta cien. En poco tiempo comenzaron a llegar a la puerta del sabio en manadas. Un día estaba tan inundado de visitantes y sus peticiones que se exasperó por completo.
Dijo: “Dios, no tengo tiempo para mí. Ya no tengo nada de tiempo. No puedo aprender más. No me puedo comunicar contigo como lo solía hacer. Por favor dame algo de espacio”.
Cuando una persona justa pide algo, el Cielo se abre y responde. Lento pero seguro, las multitudes comenzaron a desplazarse, ya no había más filas, ni personas pidiendo, preguntando y exigiendo. El sabio se sintió muy bien porque ahora estaba de regreso a donde siempre había estado. Por fin volvió a tener tiempo para estudiar todas las cosas que necesitaba saber para aprender a ser uno con el Creador.
Luego llegó Sucot.
En el pueblo tenían la costumbre de que cuando la gente llegaba de visita durante Sucot y no tenían lugar donde quedarse, se quedaban en el muro posterior de la sinagoga y, al terminar el servicio, los pobladores les pedían a los visitantes que los acompañaran en la cena como una expresión de bondad. Cada poblador invitaba a una o dos personas a su casa para la comida festiva.
Emocionado por la posibilidad de compartir durante este tiempo poderoso, este hermoso y puro hombre justo caminó hacia el final de la sala. Pero para su decepción, nadie lo acompañó a su casa. Todos dijeron: “Muchas gracias”, pero ya tenían invitación a otros lugares.
Por lo tanto, el sabio regresó triste a su casa y a su sucá.
Hay una ceremonia que realizamos cada noche durante Sucot llamada “ushpizín” (“invitado” en arameo) en la que pedimos que otro Patriarca nos acompañe en nuestra sucá.
La primera noche invitamos a Avraham, la cualidad de Jésed (Misericordia). Cuando el sabio llamó su invitado celestial, Avraham, notó y sintió su energía, pero el Patriarca permaneció afuera de la sucá y no entró.
Confundido, el sabio se dirigió a la puerta y le preguntó a Avraham: “¿Qué fue lo que hice para que te niegues a entrar a mi hogar?”.
Y el gran Patriarca respondió: “No hiciste nada. Simplemente no puedo entrar a un lugar en el que no hay misericordia”.
Inmediatamente el sabio entendió. Le dijo: “Lo siento. Ahora me doy cuenta de que la energía de todo mi aprendizaje y meditación no se compara con esa pequeña alma que pude haber ayudado al dejar mi puerta abierta”.
A partir de ese momento, el sabio cambió y se convirtió en una persona distinta.
Las cosas que podemos hacer pero que a veces estamos muy ocupados como para hacerlas son mucho más importantes que las cosas que creemos que podemos aprender.
Karen Berg
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Una de las cosas que más nos enfrentan con nosotros mismos cuando empezamos un estudio como el de la Kabbalah, es que no somos tan buenos como pensábamos, ni hacemos tanto por los demás como creíamos. Kabbalah ciertamente es un cuerpo de conocimientos inmenso y vastísimo, pero más que eso, es una manera de vivir a partir de ese entendimiento de lo contrario se vuelve Luz Directa, deseo de recibir para nosotros mismos únicamente, OJO.
He notado que muchos de nosotros por pensar "amable" y no hacer daño manifiesto, creemos que hacemos suficiente bien en este mundo. Mmmm...No. No es así.
En realidad es interesante, el bien que se queda solo viviendo en tu cabeza, no añade ninguna bendición al mundo que antes no hubiera conocido, así que pregúntate: ¿Soy "bueno de closet"? De los que simplemente pienso que debieran hacerse más acciones buenas y justas en el mundo pero me guardo en mis habitaciones tan pronto acabo mis obligaciones diarias de trabajo y familia?
Si eres bueno de closet en realidad no tienes mayor impacto para bien en el mundo, y quizás hasta pudieras ser más bien negativo, porque como humano siempre estás consumiendo recursos y recibiendo, nunca hay un neutro en el tema de Dar y Recibir.
Recordemos: Vivimos en el mundo de Maljut, el mundo de la manifestación. El 1% que manifiesta la grandeza del Mundo espiritual, es la acción.
Nosotros somos los artífices de qué suceda.
A trabajar Comunidad
Prana Raquel Pascual
Psicoterapia Gestalt & Desarrollo Humano
2 comentarios:
Auch...bueno de closet Jejejeje. Muchas gracias.
Todos somos buenos de closet más de lo que quisiéramos =) Yo también digo ouch de mi misma en muchísimas ocasiones!!
Un abrazo
PranaRaquel
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