Sé que mucha gente no tiene todo el día para dedicarse a estudios y acciones espirituales. Los deberes nos reclaman, las cuentas se tienen que pagar y el ritmo frenético de la vida nos arrastra. Y cuando sí tenemos tiempo para la espiritualidad, sentimos que nos hemos alejado demasiado del camino como para continuar.
Te tengo noticias: ¡Si estás buscando el camino, estás en él!
Hoy, da unos pasos adelante en este trayecto. Realiza un acto de amor incondicional, comparte sin más ni más. No esperes que tu inversión se te regrese. Entre más grande tu acción, más grande el paso.
Yehud Berg
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Me acuerdo de un cuento que una vez leí, se trataba de un hombre, un campesino muy humilde que supo que Buda estaba por dejar la Tierra así que decidió ir a verlo antes de que eso sucediera.
Al no tratarse de un hombre de grandes recursos, tomó el camino a pie para recorrer los kilómetros que lo separaban de su más grande ilusión que era encontrar aún al Buda con vida.
Fue durante el camino que se encontró un venado herido. Era tan lastimoso que no pudo abandonarle aunque sabía que contaba con el tiempo justo para llegar a su anhelado encuentro con el Buda, pero el pobre animalito tenía una mirada de gran dolor y no se atrevió a dejarle.
No teniendo corazón para abandonarle, fue a traerle agua y sació su sed, limpió sus heridas y estuvo acompañandolo durante el trance que seguramente lo llevaría hasta su muerte. El venado le veía con sus grandes ojos de almendra, con enorme gratitud y ternura. El hombre conmovido permaneció horas con el, aún cuando su corazón dolía porque sabía que iba a perder la oportunidad de ver en vida al Buda y despedirse de Él.
Las lágrimas corrían por sus mejillas, unas por el Buda, otras por el animalito. Las horas corrieron y el hombre supo que estaba hecho, que no llegaría a verle, así que se concentró en acompañar al venado a quien su hora también llegó.
Cuando murió, el hombre lloró y se cubrió la cara, las lágrimas le nublaban la vista, pero cual habrá sido su sorpresa que del cuerpo del venado muerto comenzó a transfigurarse una imagen...¡¡Era el Buda que había venido a dar las gracias al campesino que había mostrado tanta misericordia por aquel animalito y que había sacrificado lo que más quería en el mundo por ayudarle!!
Fué así que el hombre estuvo más cerca de lo que jamás pensó del amor infinito del Buda y pudo despedirse de Él y su corazón rebozó de alegría.
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Este cuento lo leí en algún lado, no recuerdo donde, si en los cuentos de Jorge Bucay o donde. Espero encontrar la bibliografía y poder compartirselas, yo me lo inventé como en mi recuerdo estaba dibujado y con las mismas lágrimas que se me salieron cuando lo leí.
Si lo deseas fervientemente, estás en el camino.
¡Feliz día!
Prana Pascual
Consejos para el mes de Virgo:
Cuidado con ser crítico contigo mismo y con los demás
Deja el deseo de controlar lo físico
Se proactivo y haz preguntas
Busca comprender no juzgar
Se conciente de que no estamos en control
Se conciente de que la única que resuelve el problema, es la Luz
Busca lo bueno y positivo en todo
1 comentario:
hola, gran cuento en verdad, sabes me viene a la cabeza algo que leí y decia Sí Puedes Soñarlo, Puedes Lograrlo y desde entonces sueño y sobre todo lo hago despierto, mmmm ahora también sé por que duermo muy poco
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