Del 23 al 29 de diciembre de 2012
La palabra “paz” es utilizada esta semana quizás
más que en cualquier otra época del año.
La vemos en grandes letras doradas en cartas de obsequios y la escuchamos en voces de extraños en la calle que cantan: “Paz en la tierra y a los hombres de buena voluntad”.
Es bueno oírla y se siente bien.
Incluso se siente posible. Porque lo es.
A pesar que en este tiempo existe la guerra y el conflicto, la paz permanece como una posibilidad.
En el Centro de Kabbalah enseñamos que cada una de las 70 naciones en este mundo tiene su propio ángel, quien es el ministro precedente sobre todo lo que ocurre con respecto a esa nación. Cuando los ángeles de cada nación estrechan sus manos en unidad, hay paz. Cuando pelean en los mundos superiores, la guerra comienza en nuestro mundo físico.
Pero hay un gran secreto dado a nosotros por los kabbalistas: aunque los ángeles determinan lo que ocurre en la realidad física, nosotros afectamos a los ángeles con nuestra conciencia y nuestras acciones. ¡Qué poderoso es entender que podemos controlar nuestro propio destino más allá del alcance de los cielos!
Si queremos una realidad de paz, necesitamos tener una conciencia de paz. Sin importar lo que ocurra.
La verdadera paz es incondicional. No le importa quién hizo qué a quién. No depende de nuestra comodidad. No descansa en los sentimientos y no llega cuando es fácil y luego se va corriendo por la puerta cuando el camino se pone difícil.
Cuando podemos ver al amigo o al enemigo y respetarlos incondicionalmente, podemos crear una realidad de paz.
Es fácil comenzar un conflicto o una guerra, pero es casi imposible saber cómo va a terminar.
Desde una escala global hasta nuestras vidas personales, ya sea una pelea entre países, un conflicto con nuestros vecinos o tal vez una discusión con un miembro de la familia, sólo se necesita de una persona dando a la otra el espacio para que sea quien él o ella es.
Parece muy simple, pero la verdad es simple.
Si podemos bajar nuestras defensas lo suficiente como para ver la Luz que existe en el otro ser humano al extremo del campo de batalla, al otro lado de la calle, al otro lado de la mesa del comedor, podemos mover a los ángeles para que traigan fin a todos los conflictos.
La paz es la certeza eterna y duradera de que la Luz está en todos y en todo. Sin importar lo que ocurra.
Júbilo para el mundo.
Todo lo mejor,
Yehuda
La vemos en grandes letras doradas en cartas de obsequios y la escuchamos en voces de extraños en la calle que cantan: “Paz en la tierra y a los hombres de buena voluntad”.
Es bueno oírla y se siente bien.
Incluso se siente posible. Porque lo es.
A pesar que en este tiempo existe la guerra y el conflicto, la paz permanece como una posibilidad.
En el Centro de Kabbalah enseñamos que cada una de las 70 naciones en este mundo tiene su propio ángel, quien es el ministro precedente sobre todo lo que ocurre con respecto a esa nación. Cuando los ángeles de cada nación estrechan sus manos en unidad, hay paz. Cuando pelean en los mundos superiores, la guerra comienza en nuestro mundo físico.
Pero hay un gran secreto dado a nosotros por los kabbalistas: aunque los ángeles determinan lo que ocurre en la realidad física, nosotros afectamos a los ángeles con nuestra conciencia y nuestras acciones. ¡Qué poderoso es entender que podemos controlar nuestro propio destino más allá del alcance de los cielos!
Si queremos una realidad de paz, necesitamos tener una conciencia de paz. Sin importar lo que ocurra.
La verdadera paz es incondicional. No le importa quién hizo qué a quién. No depende de nuestra comodidad. No descansa en los sentimientos y no llega cuando es fácil y luego se va corriendo por la puerta cuando el camino se pone difícil.
Cuando podemos ver al amigo o al enemigo y respetarlos incondicionalmente, podemos crear una realidad de paz.
Es fácil comenzar un conflicto o una guerra, pero es casi imposible saber cómo va a terminar.
Desde una escala global hasta nuestras vidas personales, ya sea una pelea entre países, un conflicto con nuestros vecinos o tal vez una discusión con un miembro de la familia, sólo se necesita de una persona dando a la otra el espacio para que sea quien él o ella es.
Parece muy simple, pero la verdad es simple.
Si podemos bajar nuestras defensas lo suficiente como para ver la Luz que existe en el otro ser humano al extremo del campo de batalla, al otro lado de la calle, al otro lado de la mesa del comedor, podemos mover a los ángeles para que traigan fin a todos los conflictos.
La paz es la certeza eterna y duradera de que la Luz está en todos y en todo. Sin importar lo que ocurra.
Júbilo para el mundo.
Todo lo mejor,
Yehuda
_______________________
Me parece tan bonita la afinación de hoy, que más bien me quedaré reflexionando...¿Donde en tu vida tienes a alguien donde la conexión está rota y no ha cerrado la fuente de corto circuito?
¿Se podría cerrar con buena voluntad?
La respuesta seguramente sería que si...pero a veces en este mundo de Maljut lo obvio no lo es hasta que alguien lo hace realmente evidente.
¿Hay alguien a quien odies de facto? (ya sin tener que reflexionar, que sea ya un desagrado instalado). A eso nos referimos con sumar negatividad al mundo.
¿Hay alguien con quien no has podido hacer las paces aunque lo hayas intentado?
¿Qué hacer cuando tu tratas de bajar la guardia pero el otrote responde con agresión y tu vuelves entonces a subir la tuya?
Sólo queda trabajar en crear más ángeles positivos de tu lado y envíarlos a abrazar a esa persona.
¿Cómo se generan ángeles? Con nuestras acciones de restricción, de amabilidad y generosidad hacia otros, con compartir, con generar más bien que negatividad.
Hace poco me encontré una frase que dice:
El primero en disculparse es el más valiente
El primero en perdonar es el más fuerte
Y el primero en olvidar es el más feliz
(encontrado en Facebook, en el muro de Brian Tracy)
Lo que me parece importante es que no hagamos nada sin la carga energética correspondiente.
Me explico: Si pides disculpas, pero no has reunido suficiente energía (ángeles) verdaderos que soporten la acción, la suficiente cómo para que si aún te respondieran con mala cara tu sigas firme en tu disculpa y no vuelvas a ofenderte, puede ser contraproducente. Puede desgastar más. Si ni tu te crees tu disculpa...quizás es mejor no hacer. Si no tienes claro que se rompió de los dos lados, no solo del otro, puede ser que tengas que enfocarte más en ti otro ratito.
En mi experiencia, no se trata de pedir un "perdón reactivo" de "si si ya pasó"o de echarse uno la culpa de todo para que parezca que eres muy bueno y humilde. Eso no es genuino y no se recibirá como tal, no balanceará la carga ni en el otro ni en ti, eventualmente se volverá a caer.
Me parece que una discupa para que funcione debe venir desde la comprensión de lo sucedido desde las dos perspectivas, y con la fuerza de hacer teshuvá (regresar el tiempo y ver que hicimos y corregirlo)y estar dispuesto a subsanar porque es lo justo, no lo cómodo o lo que dará paz ficticia.
La paz comienza desde la verdad interior ¿Qué de mi deseo de recibir sólo para mi mismo inervino y rompió la conexión? Si no estás listo para reconocerlo, sigue trabajando. Y pon la intención de que cuando logres esa paz, algo en el mundo también se verá sanado.
Feliz domingo Comunidad
Prana Pascual
Imagen http://notbuyinganything.blogspot.mx/2012/09/world-peace-day.html