Viernes
29 de Julio de 2016
Lo hemos hablado infinidad de veces y parece que una más no nos va a
sobrar.
Las palabras tienen un poder muy impresionante en la piel del alma humana
que es el cuerpo y toda nuestra estructura material. Las palabras construyen o
destruyen.
Una palabra dicha a tiempo te da fuerzas para terminar una batalla
personal, una palabra dicha con malicia o con desprecio te pueden hacer
modificar no solo tu estado de ánimo del momento, sino parte de tu seguridad a
corto, mediano y hasta largo plazo.
Esta semana he estado poniendo foco en observarlo. Cuando alguien habla a
tus espaldas de algo no agradable y en un giro de la situación te enteras,
rompe algo de esa relación porque es no considerar al otro lo suficientemente “persona”
con la que se pueda establecer un entendimiento. Al paso del tiempo esa
separación se puede ampliar cada vez más hasta permitir la entrada de
sentimientos negativos que hay que tener bajo estricta vigilancia para no
permitir que se vuelvan un desprecio mutuo.
He observado las instrucciones que recibimos en la vida en los momentos
menos pensados y quizás cuando somos más vulnerables, instrucciones que después
seguimos ciegamente sin cuestionar porque fueron inoculadas en el sistema y
siguen ahí circulando sin que sepamos claramente porque estamos condicionados a
hacer algo que nos es doloroso o que simplemente ya no nos es útil.
He visto esta semana como una burla o un regaño dicho sin misericordia y
sin el entorno adecuado –por ejemplo llamar la atención o regañar enfrente de
testigos—se puede volver un blindaje que perdure por muchos muchos años más
después del evento…si no lo logras ver y evitar.
Me dedico a acompañar procesos humanos y noto mucho esto: un deseo
expresado a medias no acredita como un deseo expresado en su totalidad, un te
quiero que no es explícito, no va con toda la energía de nutrición que el otro
requiere, no pedir claramente lo que se necesita es traicionarse a uno mismo en
más de una ocasión.
Las palabras son una magia que crea y destruye y nosotros somos llamados
como especie, “Los que hablan”: El mundo está lleno de maravillas y de desencantos porque no manejamos ese
potencial a veces con maestría y a veces no con toda la que podríamos tener.
¿Tu que observas de tus palabras? ¿De tu proceso de comunicación? ¿Eres
entendido y a su vez entiendes? ¿Eres misericordioso y claro? ¿Eres preciso?
¿Te importa no solo decir sino que sea recibido tu mensaje? ¿Te guardas
palabras que serían de oro para alguien más? ¿Dices más de lo que era oportuno?
Miles de maneras de manifestar un poder que empezamos a ejercer desde que
no tenemos aún consciencia.
Ninguna virtud debiera estar más atrás que nuestra capacidad de expresarla,
ninguna posibilidad de herir debería crecer más que nuestra capacidad de
razonar antes de hablar.
Cuida lo que sale de tu boca. Es tu poder de manifestar un mundo de paz …o
de pena y dolor.
Shabbat Shalom al aparecer las tres primeras estrellas en el firmamento.
Prana Raquel Pascual
Psicoterapeuta Gestalt | Coach
Imagen encontrada en http://feliciteca.com/por-que-deberias-cambiar-tu-manera-hablar/