LUNES 15 DE DICIEMBRE DE 2008
El miedo a decir u oír la verdad, es el obstáculo más grande que enfrentamos en nuestra búsqueda por experimentar relaciones verdaderamente satisfactorias, amorosas y honestas. Cuando no decimos algo, ese algo nos separa de la otra persona. Si no estamos abiertos a oír las palabras de los otros sin reaccionar o tomárnoslas personal, nos hemos distanciado de esos individuos.
El miedo a decir u oír la verdad, es el obstáculo más grande que enfrentamos en nuestra búsqueda por experimentar relaciones verdaderamente satisfactorias, amorosas y honestas. Cuando no decimos algo, ese algo nos separa de la otra persona. Si no estamos abiertos a oír las palabras de los otros sin reaccionar o tomárnoslas personal, nos hemos distanciado de esos individuos.
Siempre es más fácil decirle a la gente lo que quiere oír. A menudo es más cómodo estar de acuerdo con alguien, aún cuando de corazón no lo estamos. Y ya que puede ser igualmente aterrador confrontar verdades dolorosas acerca de nosotros mismos, nuestros amigos y familia se sienten obligados a decirnos únicamente lo que queremos oír.
Hoy, cuando necesites decir la verdad, ten el valor de abrir tu corazón a la vez que tu boca. Y cuando necesites oír la verdad, ten la fortaleza para abrir tus oídos y cerrar tu boca.
Yehuda Berg
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Mis padres profesan la religión católica, lo cual me hace tener tal herencia aunque cuando eramos niños mi hermano y yo, ellos tomaron una decisión que fué la de no darnos una formación religiosa para que cuando fueramos mayores, nosotros pudieramos elegir con libertad plena lo que sería nuestra colúmna vertebral espiritual. No es mi intención cuestionar ni recomendar esa acción, eso es meramente enunciativo de lo que sigue para contar, ya que personalmente me funcionó muy bien porque mi hambre de espiritualidad, me hizo ser una buscadora proactiva de Di-os, pero no sé que pasaría en otras personas, así que este no es el punto.
Sin embargo, estando en un medio en el que lo más normal era si escuchar las palabras que se mencionaban en la iglesia durante los bautizos y las bodas a las que nos invitaban, habían unas que especialmente me confundían que era: "porque he pecado mucho de obra, palabra y omisión".
Para mi, sin una explicación sobre del significado, de golpe y porrazo me parecía que era una condena a ser culpable sin remedio. Si tus pecados son por lo que haces lo que dices y hasta por lo que no haces, me parecía que no había salida. No niego que en ese momento me parecía algo espeluznante, porque era como un camino sin opción.
Pero como suele pasarme, "me puse" la pregunta como quien se pone un sweater y la he seguido contestando a lo largo de la vida ¿Porqué la omisión es un pecado? (En Kabbalah no le llamaremos así, sino una desconexión y afortunadamente siempre existe manera de corregir si trabajas tu conciencia)...mmm ¿Porqué?
Básicamente porque creas espacios, vacíos, burbujas y en esas que llamamos pequeñas puertas, en las que se inflitra todo lo que no tiene intención direccionada, sino cualquier cualidad de malentendidos.
¿Te ha llegado a pasar que omites decir algo para tratar de no herir y un día como si fuera una bestia salvaje se te escapa la verdad que pensabas a boca de jarro? O en general esa energía que contenías aparece por algún lugar sin aviso y sin control? ¿O simplemente te das cuenta que alguien necesitó tus palabras y por no decirlas no tuvo herramientas para resolver? En cualquier caso: Dejaste de ser responsable de tus actos.
La omisión es dejar de manejar el auto. Piensas que si cierras los ojos y sueltas el volante quizás algo mágicamente suceda y la persona entenderá por si misma...te tengo noticias: No sucede.
La conciencia es nunca cerrar los ojos y que las cosas pasen, así que aprendamoslo: somos conductores de nuestras palabras, no se trata de decirlas siempre y como sea --eso sería falta de restricción-- sino de colocarlas donde van y con la intención correcta aunque nos de miedo...No dejarías un auto a media calle ni lo estacionarias a golpes... ¿O si?...(¡espero!)...
¡Estaciona bien el auto!
Cariño,
Prana Pascual