Isaac es el segundo patriarca hijo de Abraham y Sarah (Génesis 21:14), y quien sabemos es carroza de la columna izquierda que representa, la estructura, la severidad, el rigor, el juicio, la disciplina y que aunque esto no suene tan suave o tal amable, es imprescindible para vivir una vida en orden.
Aún cuando esa es la energía que se instaura como una posibilidad para la humanidad a partir de él.
Es interesante que aunque representa a Guevurah (una séfira de Zeir Anpin que es la dimensión de todo eso que mencionamos que nos podría parecer muy serio, su nombre significa algo muy simpático.
Recordamos que Abraham se hizo la circuncisión y tuvo la dolorosa convalecencia. Ese día lo visitaron tres ángeles y uno de ellos llegó para anunciarle que él y su esposa Sarah, quienes no habían tenido descendencia propia, la tendría. Un bebé nacería nueve meses después. Cuando esto sucede, Abraham tenía 100 años y su madre Sarah, 90 años (Génesis 17:17;21:5).
Cuando Dios dio la promesa de
que Sarah tendría un hijo, Abraham, incapaz de creerlo, sonrió (Génesis
17:17-19). Al oír la misma promesa dada por un extraño que se había parado en
sus reales, Sarah se rió también por su incredulidad (Génesis 18:9-15). Como
recuerdo de estos acontecimientos, Abraham lo llamó “Isaac”, “el que ríe”.
Hay variaciones en la traducción de Isaac, pero indudablemente giran sobre el mismo tema. También se dice "Quiera Di.os sonreír", o "La sonrisa de Di.os"
Así que en la dimensión más seria, nos encontramos a un Di.os que nos puede sorprender, que nos puede hacer sonreír porque nos muestra escenarios que a nosotros ya no nos pasan ni por la cabeza.
¿Te has dado cuenta de que la vida se puede vivir con un cierto orden, pero jamás la podrás planear del todo? Siempre hay que dejar espacio para sombrarse y sorprenderse con sus infinitas oportunidades.
Prana Raquel Pascual - Psicoterapeuta Gestalt - Coach
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