Estos días me he encontrado con que varias de las personas con quien converso semanalmente han estado experimentando ya la fatiga de este periodo tan grande de encierro e incertidumbre, y varios me cuentan lo difícil que se les está haciendo lograr las grandes empresas, cuando incluso las pequeñas tienen un enorme reto para su estado anímico.
Mi recomendación es tener pequeñas metas y pequeños logros cada día, que es lo único que mantiene la auto estima en un buen nivel.
Sabemos que este es un periodo de prueba y de aprendizaje en el cual podremos ver mucho de nosotros mismos y nuestra relación con el Mundo. Es importante saber que en algún momento las cosas dejarán de estar retrógradas (recordarán el post de los planetas retrógrados que puse el 3 de agosto), y resulta que para más ayuda, hoy que abrí la Biblia kabbalista para buscar inspiración para el escrito de hoy, y me encontré lo siguiente en los comentarios de la porción de esta semana (Ki Tavo):
Está escrito: "es mejor que una persona haga un cambio
pequeño y sea persistente en esa acción en vez de comenzar algo mucho más
difícil que se detenga con la intención de completarlo dicha tarea
posteriormente.
En muchas oportunidades nos comprometemos a hacer algo aun
cuando tenemos claro que no podemos completar la tarea. Es importante que
aprendamos a comprometernos solamente con aquello que podemos lograr y entonces
ser persistentes en el cumplimiento de nuestro compromiso.
Este concepto es
ilustrado mediante la siguiente alegoría:
Cuando se viaja en tren, un hombre rico
normalmente viajaría en la comodidad de la primera clase con mucho espacio para
estirarse disfrutar del viaje mientras que un hombre pobre normalmente se apiñaría en los asientos de la tercera clase, los cuales no son muy cómodos.
Una
vez un pobre mendigo quería viajar a otra ciudad que quedaba 3 estaciones de
tren de donde vivía; tenía suficiente dinero para viajar a esta ciudad en
tercera clase pero en esta ocasión quería viajar en primera clase por alguna
razón, diciéndose a sí mismo que merecía un descanso del arduo trabajo de pedir
limosna, sin embargo de viajar en primera clase no podría hacer el recorrido de
3 estaciones, aunque esto no lo desalentó porque él planeaba viajar tan lejos
como su boleto de primera clase le permitiera y después se bajaría en la
estación y pediría más limosna a fin de completar su viaje.
El mendigo se sentó
cómodamente en su asiento de primera clase y disfruto muchísimo, cuando el tren
se detuvo en la estación apropiada, el inspector de boletos se le acercó, le recordó
que se bajará del tren así que el hombre pobre se puso de pie, tomó su bolsa y bajó del tren para comenzar a recoger limosna, cuando se dio cuenta de que la
estación estaba en medio del desierto y no había nadie ahí que pudiera ayudarlo a
llegar a donde quería ir y tampoco había forma de regresar a casa.
La Moraleja
de la historia es que es mejor que hagamos un compromiso pequeño de tercera
clase y que lleguemos a donde queremos ir, en vez de hacer un compromiso
demasiado grande que queramos alcanzar pero que todavía no seamos capaces de
realizar la tarea. Cuando tomamos en cuenta la posibilidad de que nuestra
próxima estación sea en el desierto y queramos continuar, hay que considerar si tendríamos la fortaleza para hacerlo.
La carrera se ha vuelto mental más que física, estamos en un momento de cámara lenta y podemos usarla para vernos cuidadosamente, cómo reaccionamos hacia los demás, hacia lo que es o no es importante, a lo que consideramos urgente. Hay mucho que ver en este periodo lento, pero no te detengas, da pasos pequeños, pero constantes. Esto también pasará y tu podrás haber fortalecido tu reflexión, tu voluntad y tu paciencia, que son de los grandes tesoros que podemos conseguir en este momento de nuestras vidas.
Más vale paso que dure que trote que canse.
Prana Raquel Pascual
Coach de Vida y Carrera | Psicoterapeuta Gestalt
Texto itálicas La Biblia editada por El Centro de Kabbalah Internacional
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