Estamos ya introduciéndonos al segundo libro de la Torah o Antiguo Testamento. El nombre de la porción es Shemot.
Shemot quiere decir Nombres. Normalmente la conocemos cómo Éxodo, lo cual tergiversa un poco el significado total, pero podemos recuperarlo teniendo consciencia de ello:
Imagina algo de lo que no sepas su nombre...cuesta trabajo identificarlo, visualizarlo, compartirlo, entenderlo, repararlo etc. Cualquier manipulación en el mundo práctico resulta casi imposible sin nombrar a través de un código que podamos decodificar en la mente y que nos ayude a comprender entre más personas. ¿No? Porque sin nombre no tenemos el conector del objeto con el concepto.
Si no sabes nombrar lo que sientes, ¿Puedes entenderlo? ¿Puedes controlarlo? ¿Puedes sacarle partido?
La verdad es que esta función de nombrar todo lo que hay en el mundo es uno de los grandes servicios de la Humanidad a un Reino que de otra manera no conectaría significado con significante y no lo podría modificar, podrías vivir en él, pero no podrías hacer nada más que habitarlo sin posibilidad de cambio.
Como veremos, simplemente con saber cómo se llama el libro, ya podemos empezar a deducir cual es el potencial de este texto.
Aquí aparecerá el gran Moisés, pero ya el coprotagónico serán los israelitas con toda su luz y toda su oscuridad. Sus dudas, sus quejas, sus altas y bajas de consciencia. A veces serán los niños bien portados de Di-os y a veces caerán en la oscuridad de la inconsciencia en donde no sabrán nombrar a la Luz y estarán al borde del abismo de perder su alma en capas de negatividad espesas y negras.
Y ahí en esa multitud vamos nosotros, a veces dando vueltas en círculos, con incertidumbre, pero dando la batalla de confiar en nuestro buen pastor.
Entremos con alegría y procurando no olvidar nombrar lo que veamos y lo que nos acontezca para tratar de no perder el timón.
Feliz domingo Comunidad
Prana Raquel Pascual - Psicoterapeuta Gestalt - Coach
Imagen https://iglesiamayor.es/bautismo/
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