Terumah
Rav Berg
¿Con qué
se relaciona la porción de Trumá? ¿De qué trata? ¿Qué
temas aborda? Trata acerca del tabernáculo, el cual se construyó para los
Israelitas cuando dejaron Egipto. Un tabernáculo que ya no existe. De hecho,
nunca volverá a existir porque finalmente fue sustituido por el Templo Sagrado.
Esta porción trata con cómo ese tabernáculo fue creado, no solo el tabernáculo
en sí, sino todos los instrumentos y herramientas que estaban incluidos en el.
Si
fuera por mí, diría ¿Por qué escuchar de algo que ya no existe? ¿Cómo me
beneficia? Aunque yo sé que el tabernáculo es la idea de las sinagogas en todo
el mundo. Las sinagogas según nos dicen, sustituyeron al tabernáculo, de igual
forma que cuando los Israelitas estaban en el desierto y no tenían el Templo
Sagrado, en vez de éste tenían el tabernáculo. Por lo tanto ahora que no
tenemos el Templo Sagrado, vamos a una sinagoga a rendir respeto.
Pero
yo no puedo aceptar ese tipo de definición, porque ¿por qué gastaría el Creador
esa cantidad de tinta si esto ya no nos es relevante? En una sección muy interesante
de Trumá,
dice “veasú
li mikdash” (ellos harán un santuario para mí), “ve
shajanti betojam” (para que yo habite entre ellos). Ahora, “veasú
li mikdash” se refiere al tabernáculo. Entonces debió haber dicho
“Habitaré en él” en vez de entre ellos. ¿Quiénes son “ellos”, si se refiere a
un santuario?
Otro
pensamiento que me gustaría recalcar es la cantidad de versos que se leerán en Trumá.
Hay 96 versos en la sección de Trumá. ˘Por qué 96? El valor
numérico en hebreo de 96 es “tzadik vav” (tzav),
que también significa mandamiento. Kabbalísticamente esta no es la forma que
interpretamos “tzav”, pero por 3400 años la palabra “tzav”
se ha asociado con mandamientos. Los kabbalistas nos enseñan que no existen
tales cosas como mandamientos. El Zóhar dice que la
palabra mandamiento significa idolatría.
Por
lo tanto, continuando con la idea de por qué hay 96 o “tzav” versos, es porque
adoramos al templo, adoramos la sinagoga, o adoramos en ella. Sin embargo, no
existe tal cosa como adorar a Dios. ¿Dios necesita algo de mí? No. Toda la idea
de una sinagoga, un templo, una iglesia, o una mezquita no es decir que no
tienen una función, sino entender que la función de por qué debo asistir a
cualquiera de estos lugares es el resultado directo de recibir energía que cambiará
mi semana, es porque mi vida mejorará tanto con lo que sucede al estar
presente. Por lo tanto, cuando dice “habitaré entre ellos” no se
refiere a la sinagoga; se refiere a las personas. Porque la función de un
santuario, de una iglesia, de un templo, de una sinagoga es darles a las
personas una oportunidad para usar esta tecnología y este instrumento como un
canal a través del cual pueden acceder a la Fuerza de Luz de Dios.
Una
vez que hay una Luz adicional en mi vida, también habrá una ausencia de oscuridad.
La cantidad de Luz es la cantidad de ausencia de oscuridad. Porque los dos no
pueden coexistir. Entonces el problema que tenemos en nuestra vida es uno solo:
La ausencia de Luz. Por lo tanto, nuestras vidas están llenas de oscuridad,
caos, dolor y sufrimiento. Y entonces no adoramos al templo, ni consideramos al
templo como algo significante, sino como un instrumento a través del cual
podemos aprovechar una energía particular que nos brinda el sustento necesario
para continuar la próxima semana sin defectos, sin ningún caos, dolor o
sufrimiento.
Esta es un herramienta muy valiosa. Por lo tanto, cada aspecto
del tabernáculo se refiere a construir nuestro propio tabernáculo. Este cuerpo
es un tabernáculo. Llénalo. Llena este tabernáculo con Luz y entonces el
Creador habitará entre ellos, refiriéndose a todas las personas del mundo. No
dice habitaré en la sinagoga, o habitaré en la iglesia. No, esos son solo
instrumentos, medios por los cuales accedemos a la Fuerza de la Luz del
Creador, y mejorar nuestras vidas por virtud de contener la Luz del Creador en
nosotros y por su naturaleza eliminar la oscuridad de nuestras vidas.
Rav Berg
El Centro de Kabbalah Internacional
Publicado en el blog de Prana Raquel Pascual - Psicoterapeuta - Coach