En Shlaj Lejá, tras haber emprendido el camino
hacia la Tierra Prometida, Moshé les pide a los líderes de las doce tribus que
la visiten, la “espíen” y regresen con un informe.
Diez de los doce espías regresaron y dieron
falso testimonio acerca de la tierra. Ellos reportaron que era inhabitable y
estaba llena de enemigos.
Desafortunadamente, los israelitas les creyeron y se
lamentaron. Ellos creyeron lo que otros les contaron en lugar de lo que sabían
que era verdad en sus corazones. Ellos creyeron más en la palabra de estos diez
líderes que en la palabra de Moshé, el Creador y todos los milagros que habían
presenciado. El Creador y Moshé les habían prometido éxito y
prosperidad, y en un instante, los israelitas entregaron esta conexión debido
al miedo y la duda.
Estos diez líderes que hablaron falso testimonio
sobre la Tierra Prometida también lo hicieron porque tenían miedo. Tenían miedo
de que si todos llegaban a la Tierra Prometida, los israelitas alcanzarían la
madurez espiritual absoluta y, como resultado, su papel como líderes ya no
sería necesario ni tendría validez, todo porque estaban preocupados por preservar su
estatus y poder.
Los israelitas decidieron escuchar las voces
externas. Ellos escogieron ir en contra de lo que sabían que era verdad para
ellos y creyeron el informe falso.
¿Cuántas veces nos hemos dicho a nosotros
mismos: “Yo lo sabía, pero ¿por qué tomé esa decisión?”
El mundo siempre
estará lleno de distracciones diseñadas para desviarnos de nuestra verdad y
nuestro destino.
A menudo aceptamos los temores y juicios de los demás, y les
permitimos que moldeen aquello que sentimos y creemos.
La historia de los
israelitas nos enseña acerca de los desafíos en nuestro propio camino
espiritual.
Karen Berg 2019
Fragmento de: