Cuando Moshé llegó a la frontera de la Tierra de Israel y dijo
al Creador: “Permíteme continuar y ver la tierra”, usó la palabra Na,
que significa: “Por favor”. Los kabbalistas dicen que Moshé sabía que cada vez
que decía la palabra Na dos veces, la
petición era concedida; por ejemplo, cuando quiso sanar a su hermana Miriam
dijo la palabra Na dos veces.
La respuesta del Creador a Moshé fue: “No me hables, deja de
pedirme esto”. Ya que, si Moshé decía Na una vez más,
habría recibido el permiso para entrar en la Tierra de Israel. Así pues, si lo
leemos literalmente, es muy curioso; pareciera que el Creador estuviese bajo el
control de Moshé. Así no es como la mayoría de la gente concibe a Di.os, a quien
vemos como omnipotente. ¿Acaso no bastaba con que el Creador no quisiese que
Moshé entrara en la Tierra de Israel para que efectivamente no pudiera entrar?
¿Qué diferencia habrían hecho las palabras que Moshé usara?
En la creación del mundo, el Creador puso en marcha un sistema;
una parte muy importante de este es que nuestras palabras de verdad crean. Y si
bien es cierto que, si el Creador hubiese querido cambiar la naturaleza y no
permitir que Moshé entrase, aunque hubiese orado con la palabra Na dos
veces, Él pudo haberlo hecho. Pero la manera en la que está estructurado el
sistema espiritual —que el Creador no rompe a menos que sea extremadamente
necesario— es que nosotros creamos con nuestras palabras.
Por lo tanto, si Moshé hubiese dicho Na dos veces, habría
entrado a la Tierra de Israel. Esa es la naturaleza de este sistema y el poder
de nuestras palabras. La mayoría de las personas piensan en la oración como una
manera de pedirle cosas a Dios. No obstante, con esto aprendemos que la oración
no es un modo de pedir, sino de crear. Y este es uno de los más grandes regalos
que recibimos en Shabat Reé.
Michael Berg https://www.kabbalah.com/es/articles/creating-through-our-words/
Re-publicado por Prana Raquel Pascual - Psicoterapeuta - Coach
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