DOMINGO, 27 DE FEBRERO DE 2011
La gente lastimada lastima a otros. Es así como los patrones del dolor se transmiten, generación tras generación.
Rompe la cadena el día de hoy. Enfrenta la ira con solidaridad, el desprecio con compasión, la crueldad con amabilidad. Recibe las malas caras con una sonrisa. Perdona y olvídate de encontrar un culpable.
El amor es el arma del futuro.
Yehuda Berg
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Sé que muchos de nosotros, si no es que todos, tenemos historias de dolor. De MUCHO dolor en algunos casos.
He recibido correos de varios de ustedes contándome historias familiares, vivencias que piensan insuperables o que no pueden creer que tengan algún buen sentido...
Todos hemos sido lastimados y hemos lastimado a otros por ello, incluso a nosotros mismos.
Creemos que no merecemos la Luz, que somos culpables cuando nos sentimos libres y felices
¿Cómo serlo si gente tan cercana a nosotros aún está en la oscuridad...?¿Porqué yo puedo ver la Luz? ¿No debiera zambullirme también en la pena o el pesimismo? ¿No debiera identificarme con ellos a través del dolor? No.
No sé porqué pasa que a alguno le toque más cerca de la frescura del aire de la ventana. No lo sé y no me explico...pero esto me hizo recordar el cuento de los dos enfermos en el hospital...
Dos hombres, ambos enfermos de gravedad, compartían el mismo cuarto semiprivado del hospital. A uno de ellos se le permitía sentarse durante una hora en la tarde, para drenar el líquido de sus pulmones. Su cama estaba al lado de la única ventana de la habitación.
El otro tenia que permanecer acostado, de espaldas todo el tiempo. Conversaban incesantemente todo el día, y día tras día hablaban de sus esposas y familias, sus hogares, empleos, las experiencias vividas durante sus servicios militares y los sitios visitados durante sus vacaciones.
Todas las tardes, cuando el enfermo ubicado al lado de la ventana se sentaba, se pasaba el tiempo relatándole a su compañero de cuarto lo que veía por ella.
Con el tiempo, el enfermo acostado de espaldas, que no podía asomarse por la ventana, se desvivía por esos períodos de una hora, durante los cuales se deleitaba con los relatos de las actividades y colores del mundo exterior.
La ventana daba a un parque con un bello lago. Los patos y cisnes se deslizaban por el agua, mientras los niños jugaban con sus botecitos a la orilla del lago. Los enamorados se paseaban de la mano entre las flores multicolores; era un paisaje con árboles majestuosos y, en la distancia, se divisaba una bella vista de la ciudad.
A medida que el enfermo cerca de la ventana describía todo esto con detalles exquisitos, su compañero cerraba los ojos e imaginaba un cuadro pintoresco.
Una tarde le describió un desfile que pasaba por el hospital, y aunque no pudo escuchar la banda, lo pudo ver a través del ojo de la mente mientras su compañero se lo describía.
Pasaron los días y las semanas; y una mañana, al entrar la enfermera para el aseo matutino, se encontró con el cuerpo sin vida del señor que ocupaba la cama cerca de la ventana, quien había expirado tranquilamente, durante el sueño.
Con mucha tristeza, avisó para que trasladaran el cuerpo. Al día siguiente, el otro señor pidió que lo trasladaran cerca de la ventana. A la enfermera le agradó hacer el cambio, y luego de asegurarse de que estaba cómodo, lo dejó solo.
El señor, con mucho esfuerzo y dolor, se apoyó en un codo para poder mirar el mundo exterior por primera vez. ¡Finalmente tendría la alegría de verlo por si mismo! Se esforzó para asomarse por la ventana... y lo que vio fue la pared del edificio contiguo.
Confundido y entristecido, le preguntó a la enfermera qué sería lo que animó a su difunto compañero describir tantas cosas maravillosas fuera de la ventana...
La redacción del cuento no es mia, la encontré en el blog que comparto ahora: http://www.dalequedale.com/index.php/dos_hombres_ambos_enfermos_de_gravedad?blog=5 La historia es vox populi, nunca he sabido su autoría.
Imagen http://www.artenews.com.ar/oct_dic_07/grandes%20maestros.htm Georges Seurat
La enfermera le respondió que el señor era ciego y no podía ni ver la pared de enfrente. Ella le dijo ..."Quizás solamente deseaba animarlo a usted"...
Nadie puede envanecerse de estar en esa posición, no sabemos por qué mérito o por que obra de amor entre las almas se tiene cedido el puesto junto a la ventana.
Parar el juicio, parar el auto-boicot...enciende el amor y la apreciación.
Dedicado para E. y para aquellas personas que por algún motivo, están cerca de la ventana.
Prana Pascual
La redacción del cuento no es mia, la encontré en el blog que comparto ahora: http://www.dalequedale.com/index.php/dos_hombres_ambos_enfermos_de_gravedad?blog=5 La historia es vox populi, nunca he sabido su autoría.
Imagen http://www.artenews.com.ar/oct_dic_07/grandes%20maestros.htm Georges Seurat