La verdadera independencia
Sábado, 4 de julio de 2015
Cuántas veces nos hemos dicho: “Nunca seré como mis padres. Nunca haré
lo que mi padre me hizo. Nunca _______”. Y siempre, a pesar de nuestras
protestas y sentencias, solemos terminar haciendo las mismas cosas que
nuestros padres hicieron.
La
razón de este enigma nace en el propio inicio de la humanidad cuando
Adán y Eva estaban en el Jardín de Edén, conectados directamente con lo
que la Kabbalah llama la Realidad del Árbol de la Vida. La Biblia dice
que ellos comieron el fruto del Árbol del Conocimiento del Bien y el
Mal. En otras palabras, hicieron exactamente lo que el Creador les dijo
que no hicieran. Entonces, ¿qué ocurrió?
Adán dijo: “Yo no lo
hice. Ella me dijo que lo hiciera”. Eva dijo: “Yo no lo hice. La
serpiente me dijo que lo hiciera”. Ese fue el momento en el que la
humanidad inició el ciclo de la culpabilidad, el cual ha dado vueltas
desde ese momento. En el ciclo de la culpabilidad todo luce como si la
culpa fuese de alguien más y, debido a esta creencia arraigada, nunca
nos hemos sentido, ni hemos estado, en control de nuestra realidad. En
el ciclo de la culpabilidad, la vida sube y baja y sentimos que estamos a
merced de fuerzas externas.
Hasta ahora.
Ahora es el
momento de que la humanidad deje de señalar, deje de culpar a otros.
Cierto, nos ocurren cosas, pero debemos responsabilizarnos por lo que
nos rodea y por lo que les hacemos a los demás.
Es un trabajo
constante y, no obstante, a la vez es simplemente cuestión de
conciencia. Cuando nos responsabilizamos al 100% por nuestras
experiencias y acciones, salimos del ciclo de la culpabilidad. Entramos
en una nueva realidad, una realidad en la que podemos comenzar a
liberarnos de lo que nos mantiene prisioneros, una realidad en la que
podemos comenzar a degustar el verdadero significado de la
independencia, una realidad en la que podemos despertar y hacer propio,
en un nivel profundo, el Amor Infinito que está en nuestro interior.
Karen Berg
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Hay algo que sucede dentro de esta porción que me gusta muchísimo trata acerca de un animalito, el burro de Bilaam, quien durante su viaje para encontrarse con Balak, tuvo justo al frente de su camino, la aparición de un Ángel de Di.os cerrándole el camino...
Bilaam fue incapaz de verlo pero el burrito lo vió claramente y se detuvo en seco de inmediato, con el hombre no estaba teniendo la capacidad de verlo empezó a golper al animal...
Algo muy sorprendente sucedió entonces...el burro habló y le recriminó el maltrato ..."¿Por qué me pegas si siempre te he servido bien?"
Además, Bilaam era un hombre sabio de aquel tiempo ¿Qué pasaba que un bichito era capaz de ver más que él? Y es que en ese momento él tenía sus ojos abiertos sólo a lo que el quería ver y escuchar, lo que quería para sí mismo, por eso hasta un ser de menor nivel intelectual podía ser capaz de ver las señales en el camino...
¿Qué podemos aprender nosotros de este episodio?
Cuando estamos solo preocupados de nosotros mismos y los temas de nuestra agenda personal estamos cerrados a los canales que nos traen mensajes que debieran guiarnos...
¿Cuantas veces no simplemente dejas que los otros hablen sin realmente querer escuchar, sólo esperando el momento que guarden silencio para retomar tu propia idea sin intención de considerar o transformar?
La necedad, la obcecación nos ciegan aunque tengams los ojos fisicos abiertos y eso nos trae tantas caídas...
¿Cuántos Ángeles de Di-os en forma de amigos, de consejeros, de alguien que nos detiene en el camino o frases que nos llegan aparentemente de manera fortuita no ignoramos por estar ávidos de hacer algo que satisfaga a nuestros propios egos...?
Abre los ojos y oídos correctos, los del Alma. Bilaam y Balak son personajes que nos muestran ( y nos previenen de ser) un cierto tipo de consciencia de conveniencia, de estrechez...
Hoy podemos decidir no tomar ese camino, no perder la varedadera guía de la Luz...
¡Shabat Shalom Comunidad!
Prana Raquel Pascual