Dice
la Biblia que Abraham se levantó de donde estaba su difunta (Sarah), y habló con los
hijos de Jet (los hititas), y dijo “soy un extraño y un extranjero y habito entre
ustedes, denme en propiedad una sepultura entre ustedes, para que pueda
sepultar a mi difunta.
Y los
niños de Jet le respondieron: escúchanos, señor nuestro, tu eres un príncipe
poderoso entre nosotros. Sepulta a tu difunta en el mejor de nuestros sepulcros
pues ninguno de nosotros te negará se sepulcro para que sepultes a tu difunta.
Para
ellos era un mérito, Abraham era una especie de celebridad.
Abraham
se levantó e hizo una reverencia al pueblo de aquella tierra, los hijos de Jet
y habló con ellos “Si están dispuestos a que yo sepulte aquí a mi difunta, que
está delante de mí, escúchenme e intercedan por mí con Efrón, hijo de Zojar,
para que me dé la cueva de Macpelá que le pertenece, que está en el extremos de
su campo.
Y
Efrón que estaba sentado frente a los hijos de Jet respondió a Abraham y a
oídos de todos los que entraban por la puerta de su ciudad:
No
señor mío, escúchame, te doy el campo y te doy la cueva que está en él. A vista
de los hijos de mi pueblo te lo doy. Sepulta a tu difunta.
Abraham
se inclinó delante del pueblo de aquella tierra, le habló a Efrón: te ruego que
me oigas: Te daré el precio del campo. Acéptalo de mí para que pueda sepultar
allí a mi difunta.
Señor
mío escúchame, una tierra que vale 400 ciclos de plata ¿Qué es eso entre tú y yo?
Sepulta pues a tu difunta.
Abraham
escucho Efrón y Abraham pesó la plata que éste había mencionado a oídos de los
hijos de Jet: 400 shekels de plata medida comercial.
Así
el campo de Hebrón que está en Mac pela frente a Mambré, el campo y la cueva
que hay en él y todos los árboles en el campo dentro de sus confines fueron
cedidos.
Abraham no la aceptó como obsequio pero si solicitó de manera indirecta, no lo pidió con Efrón a solas, no pidió solo la cueva que quería. Creó valor a partir de su reputación, de su corrección y respeto al pedirlo, al no exigirlo. Para Efrón fue un gusto ceder esa tierra...nuevamente vemos como opera la restricción.
A veces nosotros nos entercamos y exigimos las cosas lo cual en lugar de crear una energía de atracción, hace que la fuerza que usamos sea con la que se aparta de nosotros.
Seguramente lo has observado, más lo quieres menos se te da, más dices te quiero y más te huyen :-) Así es una mecánica de hacer restricción, lo deseo, sé que es lo que quiero, pero no lo exijo de manera de se vea mi desesperación, por el contrario, generar una acción de atracción que "me quiera dar".
Esta es una de las lecciones que me parece que más debiéramos revisar porque la mayor parte de nosotros queremos arrancar los frutos aunque no estén maduros.
Te dejo la historia para que reflexiones sobre de ella.
Prana Raquel Pascual
Coach de Vida y Carrera
Basado en clase de Roth Rosemberg 2014