lunes, 1 de abril de 2024

La Luz descendió


Estamos recorriendo la porción llamada Shmini o Shemini, en la cual el pueblo de Israel había estado ocupado en la inauguración del tabernáculo, el Santuario en el desierto, y primera morada oficial de Di-os en la tierra.

Fue una semana de consagraciones y ofrendas, pero todavía no había señal del Cielo. Aarón, el Sumo Sacerdote, estaba decepcionado. El asumió que era su culpa, debido a que, de alguna manera, él había permitido el pecado del becerro de Oro en ausencia de Moisés.

Al ver esto, Moisés hizo una plegaria especial y entonces descansó ahí por fin la Shejiná, el aspecto femenino de la Luz (lo que yo entiendo como la Providencia en otros contextos), es decir la Luz que cuida a los hijos de Israel, provee y protege de todo mal y entonces todo estuvo listo.

Moisés fue el canal original que construyó la vasija para que Aarón y sus hijos la usaran como Sumos Sacerdotes. Shemni quiere decir "octavo", ya que los otros siete días prepararon las siete primeras dimensiones, desde Maljut hasta Jesed para que pudiera descender. La octava séfira o dimensión se llama Binah que es conocida como el almacén que reserva toda la energía, también es comprendido como el lado izquierdo del cerebro, el que nos da la razón para desarrollar ideas plenamente organizando las facultades del cerebro para poder tener resultados concretos. Es el entendimiento, que no es simplemente fe ciega, sino que implica comprender. Todo esto se enciende, todo esto está a nuestra disposición si nosotros encendemos Binah en nosotros mismos. Aunque la Luz da porque esa es su naturaleza, la Luz también nos ha hecho capaces de desear, de aspirar por nuestra iluminación y crecimiento.

Está en tus posibilidades despertar y permitir que la Luz te habite.

Prana Raquel Pascual - Psicoterapeuta Gestalt

Imagen https://sefarad-asturias.org/wp/parashat-shemini-el-tabernaculo-y-su-polemica/




viernes, 29 de marzo de 2024

Alimentar el fuego


En las porciones que estudiamos acerca del tabernáculo (el templo móvil que crearon los israelitas para llevar en la travesía en el desierto), el fuego tenía una presencia clave.

Había dos tipos de fuegos, pero ambos debían arder constantemente.

“Y el fuego sobre el altar arderá en él, no habrá de apagarse, y quemará sobre él el sacerdote leños, mañana tras mañana… un fuego perpetuo habrá de arder sobre el altar, no habrá de apagarse” (Vaikrá 6:5-6).

Por un lado, tenemos el Ner Tamid, la lámpara perpetua que se ubicaba en el recinto interior del Mishkán.  En realidad, el Ner Tamid era una de las siete luces que conformaban la Menorá, el candelabro.  

El Ner Tamid es símbolo de la Torá, de la enseñanza.  La luz que irradia se asemeja a la luz que emana de la Torá. Estudiarla nos ilumina, alumbra el camino de la vida.

El otro fuego que recuerda Rashi en su comentario es el Esh Tamid, el fuego perpetuo que ardía sobre el altar, ubicado en el recinto exterior del Mishkán.  Este fuego servía como base para el fuego que quemaba los sacrificios.  Debía arder siempre, por lo que los cohanim tenían que alimentarlo cada mañana con nuevos leños.

Un aspecto interesante de estos dos fuegos es que cuando el fuego del Ner Tamid se apagaba, debía ser encendido con el fuego del Esh Tamid.  Es decir, la luz que iluminaba el recinto interior y más sagrado del Tabernáculo, el fuego que simbolizaba la luz eterna que irradia la Torá y que ilumina el camino de los que la estudian, debía ser encendido desde un fuego que se ubicaba en la parte exterior del Mishkán, junto al altar de los sacrificios.

El fuego de lo espiritual, de lo que da sentido a nuestras vidas, debe ser alimentado día a día con el cuerpo, con el esfuerzo, con la acción cotidiana.

El fuego, siendo uno de los elementales, sabemos que lo vamos a comprender como la naturaleza de la inspiración, la luz que ilumina el camino, un elemento un tanto intangible pero que clarísimamente se manifiesta como un gran transformador del mundo de la materia. Donde hay fuego, hay cambio. Necesita un combustible, de otra manera le es imposible existir. No hay fuego que no nazca de alguna fuente, no flota en el aire, depende de ser alimentado, ser atizado, ser cuidado para que no cunda o no se apague. El agua ya está, la tierra ya existe, el aire es parte ya de la atmósfera. El fuego no necesariamente existe, o existen condiciones o no.

Así es la espiritualidad, así es la transformación personal.

¿Cómo está actualmente tu fuego interior?

Prana Raquel Pascual - Psicoterapeuta Gestalt


Itálica https://www.bet-el.org/old/BetelSemana_Parasha-TZAV.html

Imagen https://jesusmariavelasco.wordpress.com/2019/10/13/atizar-o-reanimar-el-fuego-dar-vid/