martes, 15 de noviembre de 2022

Los preciados días de tu vida

 


Nuestra guía y sabiduría de la semana es la porción de Jayéi Sará o la Vida de Sará. Es la historia del fallecimiento de la esposa de Avraham y del descubrimiento del alma gemela de su hijo Yitsjak. 

Sará vivió 127 años. Cada año de la vida de Sará estuvo lleno de la Luz del Creador. Se dice que luego reencarnó como la Reina Ester, que gobernó 127 naciones. 

Avraham y Sará eran almas gemelas, ambos eran profetas; aunque está escrito que Sará era incluso mejor profeta que Avraham. Sará era tan justa que hasta los ángeles estaban a sus órdenes. ¿Una presencia tan grande como ella pudo haberse apagado tan fácilmente como una vela que es soplada? 

La respuesta es no. Sará siguió viviendo aun después de su muerte. Después de que Avraham sepultó a Sará, pidió a su siervo que viajara para conseguir el alma gemela de su hijo Yitsjak. El siervo viajó al lugar donde Avraham había profetizado que estaría el alma gemela de Yitsjak, la encontró y regresó con ella.

Su nombre era Rivká. Cuando Yitsjak la conoció, la llevó a la tienda de su madre y, desde que entró, el lugar se llenó de Luz. Cuando Sará murió, la Luz en su hogar se había apagado, pero cuando Rivká se unió a Yitsjak, la Luz reapareció.

“Entonces Yitsjak la trajo a la tienda de Sará, su madre, y tomó a Rivká y ella fue su mujer, y la amó. Así se consoló Yitsjak después de la muerte de su madre”. Aquí la Torá nos enseña sobre la transición de la energía y la continuidad de la vida. 

Yitsjak fue consolado como si su madre estuviese viva de nuevo, y en efecto lo estaba. Su energía regresó y, después de todo, la energía de algo es aquello con lo que nos conectamos. Amamos la fisicalidad de una persona, pero amamos mucho más su energía; ya que somos más energía que materia.

Jayéi Sará nos permite ver nuestra inmortalidad y ser reconfortados por la infinitud de la vida, aun cuando parezca lo contrario.

Karen Berg

Hemos vivido varios años en que muchas personas que conocemos han partido. Generacionalmente es lo normal, comenzamos a tener la edad promedio en la que comenzamos a conocer la orfandad, la edad promedio en que los ancianos comienzan a irse. No es una norma, sabemos que hay gente muy joven que también parte, pero nos volvemos más conscientes de las cosas cuando nos suceden en carne propia y ahora somos muchos inmersos en la experiencia de la senectud de nuestros padres y familiares y todo lo que eso emocionalmente implica, para ellos y para nosotros.

Hoy observo la importancia del papel que cada uno tomamos en esta "tragicomedia humana". 

Todos somos importantes en el devenir de la historia tal como es. Si alguno de nosotros no hubiera existido, todo el mundo alrededor sería completamente diferente. Me es bastante impactante pensar en que cada uno de nosotros somos claves en la vida de tantos, y tantos en nuestra propia vida.

Quizás sea verdad que solo atravesamos un velo y que la muerte es una ilusión, pero mientras que eso sucede, asegúrate de vivir completamente, cada uno de los preciados días de tu vida.

Prana Raquel Pascual - Psicoterapeuta Gestalt & Coach

Itálicas e imagen  https://www.kabbalah.com/es/articles/never-having-to-say-goodbye/

domingo, 13 de noviembre de 2022

Le energía invertida no se pierde

 


La porción Jayéi Sará comienza con: Vayihyú jayéi Sarámea shanáveesrim shaná, vesheva shanim, shenéi jayéi Sará, “Y la vida de Sará fue de cien años y veinte años y siete años; los años de la vida de Sará”. El Midrash dice que no es coincidencia que el inicio de esta porción, que habla de la muerte de Sará, venga justo después de la mención del nacimiento de Rivká, al final de la porción anterior, Vayerá; el Midrash conecta el nacimiento de Rivká, quien sería luego la esposa de Yitsjak, y la muerte de Sará, la madre de Yitsjak y esposa de Avraham. 

Para comenzar a entender esto, el Midrash cita un versículo de Kohélet (Eclesiastés) que dice: “Sale el sol, y se pone el sol”. El Midrash dice que hay un secreto en este versículo: cuando una gran alma deja este mundo, que se corresponde con la puesta del sol, siempre debe haber otro sol que salga en ese mismo momento, un alma tan grande como la que se fue. Y esto es lo que ocurrió con Sará y Rivká.

Por lo tanto, una gran alma nunca deja este mundo sin el nacimiento y la revelación de otra gran alma correspondiente. 

Hay un conocimiento aún más profundo en esto, basado en una de las enseñanzas más simples de Rav Áshlag: nunca puede haber carencia en los asuntos espirituales.

¿Qué significa esto?

Cuando una persona invierte energía en un proyecto, pero dicho proyecto no se manifiesta como ella quiere, la Luz y la energía que fueron invertidas no se pierden; tienen que ir a algún otro lugar. Pero si la persona no tiene la conciencia de que la energía nunca se disipa, de que la Luz nunca desaparece, entonces podría no recibir la Luz en ese momento. Entonces, si bien es cierto que la Luz y la energía que se invierten nunca se pierden, si no tenemos esa conciencia, no necesariamente recibiremos de inmediato dicha Luz.

Cuando tenemos esto claro y vivimos con esta conciencia todo el tiempo, nunca nos decepcionaremos ni nos enojaremos, porque ahora entendemos que, si hemos invertido tiempo y energía en una persona o en una situación, está bien si las cosas no se dan como deseábamos; tenemos certeza en que la energía estará allí para siempre, y si se manifiesta o no de la manera exacta que queríamos no es tan importante como el hecho de que la Luz y la energía nos seguirán ahora.

Michael Berg

Publicado y editado por Prana Raquel Pascual - Psicoterapeuta Gestalt

Imagen https://www.kabbalah.com/es/articles/living-all-the-days-of-our-life/