jueves, 22 de agosto de 2019

El dolor más intenso

Uno de los dolores más importantes que he visto en un ser humano es saber lo que tiene que hacer para cambiar su vida y no haberlo hecho aún, por lo que sea, por distracción, por miedo, por desidia, por inseguridad, por creencias añejas ocultas en su corazón.

Es muy fuerte porque es como una lucha con uno mismo, no hay a quien culpar, es como pelear con tu propia sombra que se escabulle.

Los motivos son muchos, pero el resultado generalmente es un dolor intenso y profundo que se puede ver el día que esta persona se rompe frente a otra en confesión: "he querido cambiar y no he podido".

Es una mezcla entre dolor, vergüenza, humillación. Es una sensación que arde.

No he visto lágrimas más amargas que esas ni siquiera en las personas que enfrentan un fallecimiento cercano. 

El dolor de no estar cumpliendo el compromiso del alma es de una intensidad implacable, y un gran peligro de anestesiarte para no experimentarlo.

Lo visualizo como estar varado en un mar cuyas olas constantes te erosionan la auto estima y se vuelve un círculo vicioso: a menor auto estima, menor capacidad de romper el ciclo por tu cuenta.

Este es el momento de pedir ayuda. A la Luz antes que a nadie, pero esta seguramente se manifestará como un maestro, un amigo desinteresado, un terapeuta, un coach, pero pide ayuda genuina.

Pedir ayuda es un ejercicio de humildad que no es fácil hacer pero que muchas veces es la única vía de salvación.

Demanda mucha humildad. Mucha.

Haz vasija, prepárate, estudia, auto- observate, y el día que no puedas solo pide ayuda. Aunque cada camino es individual, nadie puede transitar completamente solo por el mar de esta vida.


Prana Raquel Pascual
Psicoterapeuta Gestalt & Coach

Insppirado en clases de El Centro de Kabbalah Internacional


miércoles, 21 de agosto de 2019

Rico y Poderoso



Continuamos con nuestro estudio de Ekev:

Uno puede saber quien es una persona
- Cuando está enojado
- Cuando tiene dinero
- Cuando tiene poder

Muchos cuando nos enojamos, pensamos que tenemos derecho de actuar como se nos de la gana, ser impulsivos, ser hirientes. pensamos que algo de nosotros se ha visto afectado...cuidado, quizás es solo tu ego gritando y después te darás cuenta de cuanto te está desconectando de quien te rodea. No quiere decir que no es válida la emoción del enojo, pero tiene sus usos, uno de ellos poner un límite, reconocer que es momento de apartarse de algún tipo de situación, lugar o persona, pero no necesariamente llegar a la destrucción o a la ofensa...ojo, es un balance muy sutil. 

Tener dinero nos da una sensación de no necesitar, de estar llenos. Observo que ni siquiera es necesario tener fortunas, con tener un poco pero si tu vasija es chica, pensar que es muchísimo y sentir que no necesitas esforzarte ni respetar a nada ni a nadie, ¿Para que trabajar? ¿Para que dar extra milla? 

Tener poder...uy, este toma muchas formas peculiares: Cuando soy el dueño del balón "se juega cuando yo digo y mando", y cuando no, no. Tener el poder de que alguien te necesite para algo y abusar de ello; Tener poder de saber algo que otros quieren y necesitan, entonces volverse juicioso e inalcanzable; tener poder legal, monetario, de contar con algo precioso para el otro (por ejemplo, las manipulaciones que se crean con los hijos en medio de una separación); ser amigo del dueño o del que ostenta algún puesto y resguardarse bajo esa sombra; tener el poder de ser muy querido por la otra persona y pensar que por ello puedes decirle cosas hirientes.

Hay muchas maneras de ver como nos separamos inflándonos de orgullo...pero ten cuidado: no siempre quien parece tener el poder es quien realmente está moviendo los hilos, hay también el mecanismo de hacerte el débil y el víctima para ganar, por causar culpa.

Esas son maneras de conocer y de conocernos. Hay trabajo por hacer Comunidad.

Prana Raquel Pascual
Psicoterapeuta Gestalt & Coach
Inspirado en clases de El Centtro de Kabbalah Internacional
El Rey Midas convierte a su hija en oro.