domingo, 10 de marzo de 2019

La misión


El primer concepto de Levítico y especialmente en Vayikra, este tercer libro que nos conecta con la séfira de Binah. 

Es un libro dedicado a los Sacrificios que eran llevados al templo sagrado de Jerusalén.

Y es verdad, en ese entonces, esa era la práctica común para hacer un sacrificio, llevar algo para hacer una especie de "intercambio", pero ¿Cual es el concepto más elevado detrás de todo esto?

Una de las perspectivas más interesante es la de comprender a los sacrificios como kapará, que significa expiación o desagravio.

Kapará era una forma de rescate. 

Cuando una persona crea un corto circuito hay que reemplazar la negatividad con algo más. Había que traer de nuevo la energía perdida para poder volver a merecer algo que se ha perdido.

¿Como es posible que pueda reemplazar una negativa que he causado, que me porté egoísta, donde haya creado severo corto circuito?


Aunque todo el libro hable de diferentes tipos de sacrificios, el libro de Levítico habla de sacrificios del individuo, transgresiones que hemos hecho como individuos en cualquier formato.

Todo el libro de Levítico habla de los distintos tipos de sacrificios, cómo "tasar" cosas que hemos hecho a nivel individual. Es una especie de lista de precios (permitan me el término coloquial) ¿Cómo determinar ¿Cuál es el "costo de esa negatividad"?

Yo estoy convencida de que este es un concepto que todos manejamos de una o de otra manera en nuestras culturas, y no significa que necesariamente lo estamos haciendo bien: Podemos verlo en "los exvotos" mexicanos, "los milagritos", los miembros del cuerpo hechos de cera que se llevan a Fátima, las gallinas negras que se usan en brujería. Todas esas acciones tienen esta lógica detrás de si: son un intercambio, un quid pro quo (una cosa por la otra) solo que aquí tendremos que entender que si el intercambio no es equivalente, seguramente no contará. Si no hay un cambio real en la acción, es muy factible que la aguja no se mueva.

¿A que me refiero que nos pueda ser de utilidad hoy en día?

A que los sacrificios de las acciones "erradas" no necesitan cera, pintura, o un intermediario, sino un cambio sustancial en nuestra manera de entender y por tanto de actuar en el mundo físico.

El verdadero sacrificio del que estaremos hablando en este libro, es el de nuestra naturaleza reactiva, nuestra conducta impulsada por el ego.

Ahí está la verdadera gallinita negra que hay que sacrificar: una ambición malsana, una característica personal que nos esté dañando, la ambigüedad en nuestro carácter, la cerrazón y una larga lista de etcéteras.

Muchas veces el sacrificio lo llevamos a cabo con nuestra salud, sin darnos cuenta de ello, y quizás no sea necesario pagar con eso, si es que logramos identificar el verdadero precio para volver al orden.

Hay mucho que reflexionar y que aprender de esto.

Como en la película La Misión: el ex-soldado asesino de guaraníes hace un acto aún patente en nuestra  memoria fílmica colectiva, y dedica su vida a actuar de acuerdo a su nueva comprensión de lo que es el Bien.

¿Qué nos corresponderá hacer a nosotros? ¿Cual será el sacrificio de nuestro ego que equivalga a lo que hemos estado desordenando con nuestro nivel de entendimiento incompleto?

Feliz domingo ¿Quieres seguir trabajando? Ven entonces al blog. Compartiendo la luz entre nosotros.

Prana Raquel Pascual
Inspirado en clase de Ruth Rosemberg 2018

Video encontrado en YouTuv¿be de la Película La Misión / dirigida por Roland Joffé


sábado, 9 de marzo de 2019

La fuerza de la humildad


Como sabemos, estamos terminando la porción llamada Pekudei del segundo Libro de la Biblia o Torah, Éxodo, o realmente nombrado como Shemot.

Cualquier porción final tiene una peculiaridad: es una porción Jasak, es decir donde cerramos con la fuerza completa del libro entero. Todas las porciones anteriores y esta sumadas ya en el Maljut de este final de proceso, es decir, la energía completa está aquí y mientras hacemos Shabbat, al finalizar la lectura decimos Jazak (Fuerza) tres veces.

De esta porción y hablando de la fuerza, quiero mencionar la palabra humildad porque cuando hablamos de eso, de fuerza, no hay nada que pueda volverte más fuerte que saber ser humilde.

Como saben, entre mis estudios en el pasado, está el de Tarot, herramienta que no recomiendo más que para comprensión del proceso pero no oracularmente (pero cada quien que decida, hay libre albedrío, que conste). 

En el mazo de los arcanos mayores, se encuentra justamente La Fuerza, que en algunos tarots como el de Marsella encontrarás como la carta del arcano 11, y en otros en la como en el de Raider Waite (versión del Tarot con la cual yo me identifico más), está como el VIII.

En esta carta vemos a una doncella con un lazo de flores, que sin esfuerzo ni temor, doma al León. Se le ve delicada y sutil, no necesita esforzarse físicamente, puede hacerlo con una convicción que se comprende que viene más en su interior que de afuera.

La humildad verdadera nos da eso: puedes ser firme, estable porque no quieres algo que no es tuyo, no buscas arrebatar, no buscas forzar el proceso, simplemente es una columna vertebral ya construida que te permite sostener la situación sin desbalance.

La humildad es una fortaleza y en gran medida se llega a partir de permitirte preguntar y recibir la respuesta como es, no como la quieres, de permitirte ser vulnerable.

Una manera de preguntar, una manera de ser humilde, es estudiar.

Quien estudia la sabiduría y se permite recibirla, se acerca a ser humilde y en algún momento, fuerte.

Shabbat Shalom querida Comunidad

Prana Raquel Pascual
Imagen La Fuerza, Tarot Raider Waite