jueves, 28 de octubre de 2021

Confrontar. Una desmitificación.

 


Todos tenemos un área de nuestra vida que no queremos confrontar.

Quizás en esos lugares en que no estoy motivado, que juzgo, que tengo que odio, que estoy en desacuerdo pero tengo miedo, o simplemente áreas en las que me siento sin poder alguno.

Confrontar es uno de esos verbos malentendidos de nuestro lenguaje, ya que pensamos que significa pelear, o que significa romper la relación y con tal de no correr ese riesgo, preferimos soportar situaciones que nos son adversas o inconvenientes, sin darnos cuenta que No hay relación que pueda trascender sus limitaciones, si no hay algún momento en el que exista entre las partes, una confrontación que ajuste sus posturas entre sí, y les permita respetarse tal como son sin fingimientos. De hecho, frecuentemente les menciono a mis pacientes que tienen conflictos relacionales:

"Una relación que no tolera una confrontación está destinada a romperse."

¿A qué viene esto?

Esta semana vemos que Abraham tiene que negociar con mucha cautela e inteligencia para conseguir la cueva de Macpelá en Hebrón para enterrar a su amada esposa Sarah ¿Por qué ahí? Porque el vio con su conexión espiritual, que ese lugar era una puerta dimensional y que de hecho es el lugar de descanso de todos los Patriarcas aún hoy. Tuvo que caminar con mucho cuidado en esa conversación ya que el era extranjero entre el dueño de esas tierras y fácilmente podría haber tocado fibras de reactividad.

También en esta semana tiene que decirle a Eliezer, su persona de más confianza, que no podía aceptar su oferta de que Isaac se casara con su hija, ya que ella no tenía el nivel espiritual de su hijo, y en cambio, le encomendó la tarea a este mismo hombre, de ser el responsable de encontrar al alma gemela de Isaac. Y lo hizo, y lo hizo bien, y la relación perduro.
¿Gran maestría no?

Eso necesitamos aprender todos. Por hoy, desmitificar el punto de que confrontar es una palabra sinónimo de pelear. Sigamos avanzando.

Prana Raquel Pascual - Psicoterapeuta - Coach

Texto en itálicas Prana Pascual 
Basado en enseñanzas de El Centro de Kabbalah
Imagen: https://www.youtube.com/watch?v=cP0opdsWeMw

martes, 26 de octubre de 2021

Cada día de tu vida

 


Estamos recorriendo la porción de la Torah llamada Chayei Sarah, es decir La vida de Sarah en la que se menciona el recuento de los años de esta matriarca esposa de Abraham, quien en esta sección, deja el mundo físico, es decir, lo que normalmente decimos "morir", pero que aquí nos sugiere que no es --como lo podemos sentir en la vida cotidiana-- "una desaparición", sino un proceso de elevación.

No solo eso, nos habla de cómo vivió la vida Sarah, lo cual trae un mensaje digno de compartir para nosotros:

Dice el texto:

La vida de Sarah fue de cien años, veinte años y siete años; estos fueron los años de la vida de Sarah.

¿Por qué la Torá divide el recuento de sus años en tres partes ("cien años", "veinte años" y "siete años")? Es para decirnos que cada día de su vida era el equivalente a todos. A la edad de cien años tenía la fortaleza de los veinte años, a los veinte años era modesta y pura como a los siete; a los siete años tenía como veinte años en inteligencia, ya los veinte años tenía como cien años en rectitud. 

(Midrash HaGadol)

Así mismo, vale la pena mencionar también acerca de la vida de el Patriarca Abraham y de cuando dejó el mundo físico se lee:

Cuando Abraham envejeció, no pasó simplemente por los días de su vida: los acumuló. Cada día se aprovechó al máximo, de modo que él los poseyó por completo. (El Zohar)

¿Y Tú? ¿De verdad vives cada día de tu vida?

Prana Raquel Pascual - Psicoterapeuta - Coach

Texto en itálica 

https://www.chabad.org/parshah/in-depth/default_cdo/aid/35875/jewish/Chayei-Sarah-In-Depth.htm

Imagen https://revista.adventista.es/nada-es-imposible-escuela-sabatica-menores/abraham-y-sara/