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miércoles, 17 de diciembre de 2025

Oración hablada, oración silenciosa


Hace unos días, leyendo un libro acerca de mujeres en la Biblia, el autor mencionaba a Ana, y algo me llamó en particular la atención de su situación.

Ana es una figura clave en la Biblia, conocida principalmente como la madre del profeta Samuel en el Primer Libro de Samuel (capítulos 1 y 2). Era esposa de Elcaná, una levita de las montañas de Efraín, y sufría esterilidad, lo que la llenaba de angustia, especialmente por las provocaciones de Penina, la otra esposa fértil de su esposo. (Parece que el tema de ser estéril es bastante común entre las mujeres de la Biblia, quizás haciéndonos notar que este mundo necesita de mucha certeza y esfuerzo para que las semillas fructifiquen, pero que si logras traspasar y romper la klipá, un mundo nuevo se logra abrir ante ti...tan fue así que ella que no podía engendrar, acabó no solo teniendo a Samuel, sino que fue madre de tres varones más y dos niñas).

Sin embargo, además de eso me llamó la atención un detalle: la oración silenciosa.

En un viaje al santuario de Siló, Ana oró en silencio con intensa devoción ante el Señor, prometiendo que si le concedía un hijo varón, lo dedicaría de por vida al servicio divino. El sacerdote Elí inicialmente la confundió con ebria, pero al aclarar su dolor, la bendijo, y Dios respondió otorgándole a Samuel, cuyo nombre significa "pedido a Di.os" o "oído por Di.os".

¿Qué nos explican los maestros con respecto a la oración hablada y la oración silenciosa?

Las oraciones habladas (tefilá vocal) y las silenciosas (como la Amidá) difieren en su enfoque y ejecución, aunque ambas buscan la unión del alma con lo Divino.

Las primeras usan palabras pronunciadas para estructurar el "cuerpo" de la plegaria, preparando el ascenso espiritual gradual hacia niveles superiores como el Mundo de la Emanación.

Las silenciosas, en cambio, se recitan en introspección profunda, expresando aspiraciones internas sin voz alta para mantener su intimidad ante el Rey Celestial.

Ambas son efectivas cuando se acompañan de kavaná (intención y meditación), pero la silenciosa alcanza mayor profundidad al evitar distracciones externas y elevar el alma directamente.

La vocal fortalece la conexión inicial mediante el sonido sagrado del hebreo, mientras la mental transforma la mente en un diálogo puro con Di.os, similar a enmendar un recipiente para la unión esencial. No son menos válidas una que otra; su poder radica en la preparación y el "alma" meditativa que las impregna.

La silenciosa busca la reunión íntima del alma con su fuente, como un puente privado al Ein Sof. Juntas forman la escalera espiritual de Iaakov, subiendo y bajando bendiciones espirituales.

A mi me gusta mucho más hacer oración silenciosa, la siento más genuina, más comprometida, pero claro, las oraciones ya construidas cuentan con una particularidad: alguien ya las estructuró normalmente en cierto orden (muy comúnmente el alef bet (El alfabeto), de del Árbol de la Vida o de cierta gematría y/o significados ocultos entre los párrafos, a fin de crear bloques de construcción.

Las oraciones kabbalistas en arameo particularmente, tienen una estructura en que cada letra es una energía y una numerología, y sumadas en cierto orden hacen los escalones necesarios para subir y bajar, como quien sigue una formula que contiene elementos de una receta que alguien ya dejó preparada para seguir siendo utilizada.

¿Tú como haces tu oración?

Prana Raquel Pascual - Psicoterapeuta Gestalt

Basado en escuela de la fe / yhb / perplexity IA