sábado, 1 de octubre de 2016

Todo problema tiene una causa.

Pensando en el tema del arrepentimiento (teshuvá) para cambiar, no solo el que sirve para quejarse o lamentarse.

Hace poco hablaba con una persona que está atravesando un periodo muy duro de divorcio, adolorido de las mecánicas utilizadas por su ex cónyuge para separarlo de sus hijos, o para establecer una pensión más alta…así lo percibe él en un intento muy importante de no desesperarse de las cosas que están sucediendo…

Escuchándolo y estando en medio de Elul (el no sabe el concepto por supuesto) le pregunté en algún momento en que vi su cara realmente consternada y descompuesta “¿Qué le hiciste que está tan enojada?”. Aclaro que no lo hice por mal, sino como se trabaja en mi profesión, buscando que revelando la causa, pueda encontrar más fácilmente la respuesta que le permita sanar y purificar la herida.

Me sorprendí lo rápido que me dijo la respuesta, puedo reconocer la sinceridad a la que acceso en ese instante: "le fui infiel".

Me quedé callada. 

Nadie podemos tirar la piedra en la vida de nadie. Me quedé callada para que él también lo escuchara con más profundidad, esta posibilidad de hacer un teshuvá, un arrepentimiento no para nadie más, para uno mismo.

Ir identificando que no somos tan inocentes cómo nos pensamos en el punto del resultado si lo miramos desconectado de su origen.

La verdad es que podría haber una pregunta después de esa: "¿Y por qué lo hiciste?"

Muy probablemente nos enfrentaremos a una nueva línea de “investigación”. Tampoco eso pasó de la nada. 

Podríamos sentarnos con la pareja a ver –si fuera viable—las causas de las causas. 

Eso comenzó en algún lugar y si fuéramos para atrás, para atrás en el tiempo, podríamos llegar quizás al momento en que ellos se amaron lo suficiente como para casarse. 

Si lográramos llegar a ese lugar, a recordar ese momento y después ir despacito viendo para adelante cuantas des conexiones pasaron que no se repararon a tiempo, que no se perdonaron o corrigieron en tiempo, cuando la distancia era pequeña, llevó a que lo que en algún punto era cercanía, fue permitiendo separación día a día hasta que un día están en este lugar en que parecen ser enemigos.

Así son nuestras vidas humanas. Todo problema tiene una causa. No podemos pensar que “de repente” la vida se descompuso.

Nos pasa a todos.

Por eso hacemos este ejercicios de revisión hacia atrás, para darnos cuenta de cómo llegamos al caos y poder entender el proceso y corregirlo. Nuestra responsabilidad en ello. La inconsciencia no es nuestra amiga.

Muchas de nuestras historias no volverán a ser las mismas, pero pueden ser sanadas, pueden ser un libro de texto de lo que tenemos oportunidad de vivir diferente de ahora en adelante.

Ser sinceros con nosotros mismos y confesar: "Es verdad, yo sembré esto", es la única manera de aprender.

No se trata de maltratarnos y sentirnos inhabilitados para seguir, por el contrario. Queremos despertar el deseo de tener la nueva oportunidad para corregir y sembrar algo nuevo. Se necesita eso, despertar y comprometer una transformación y hacerla

No hay posibilidad de un mejor destino si no lo sembramos nosotros mismos en nuestras acciones…pero antes de poder actuar tenemos que tener una consciencia diferente, una más elevada, más ordenada. Por eso hacemos esto antes de Rosh Hashaná.

Las herramientas de Rosh Hashaná nos ayudan generar ese deseo de un destino más claro y sin caos. Pero aunque la energía está ahí para ayudar, tienes que declarar que lo deseas. No es culpa, es deseo …

¿Logras distinguir la enorme diferencia?

A trabajar Comunidad. Todos tenemos algunas confesiones ante el Creador y ante nosotros mismos que podemos expresar. Este es un tiempo de gracia para hacerlo.

Estamos aprendiendo. Hagámoslo de verdad.

Shabbat Shalom
Prana Raquel Pascual

Psicoterapeuta Gestalt | Coach

Imagen https://uriasheteo.wordpress.com/2011/09/01/como-sembrar-para-cosechar-buen-fruto/